Hay personas que sin catálogos, cartas de restaurantes, presupuestos sin compromiso, y folletos de agencias de viajes no sobrevivirían. Porque hay personas que no saben lo que quieren y es mejor que se lo den mascadito. He sido pretendida en el último mes por alguien así. El maldito encontró una puerta que siempre tengo entreabierta, mi devoción por la gastronomía y los vinos. Efectivamente soy como la Parrala o peor, en cuanto a vinos.
Me propuso en los últimos fines de semanas enseñarme lugares que el suponía ignotos para mi como templos de la buena mesa. Todo lo resolvía a bases de dinero o tarjetazos. En la primera sesión gastronómica observé que elegía directamente vinos caros, con un gesto amanerado y prepotente, a poder ser de la Rioja o Ribera del Duero con nombres muy nobiliarios "Marquez de no se qué, ..Conde de la no se cuando". Pero todos tenían el mismo nombre común: 60 euros más o menos. En la tercera cita le dije "¿Tu has probado el Somontano?. Aquí lo tienen." Me miró muy desconcertado y optando por la condescendencia me dijo " Si es el que tu quieres.." Estuvo todo el almuerzo perdonándonos la vida a mí y al vino. "Es que el vino de Aragón (que era de Aragón se enteró sobre la marcha) es muy fuerte.." "Muy redondo", le corregía yo con apetencia sádica, cosciente de que el que tenía en frente no tenía mucha idea,a su pesar, de la materia sobre la que quería alardear. "Pero en este caso es un Somontano de Cavernet Sauvignon, una uva que es ligera.." continúaba yo como oradando con un dedito en una llaga. Recobró su dignidad de macho conquistador cuando sacó su visa, exculpadora de todas sus prepotencias fallidas. En la siguiente y última oportunidad pidió la carta de vinos, la miró por encima y me la dió directamente a mi. Le dije que elegiría un vino del Bierzo, porque aunque había otros vinos estupendos, el vino del Bierzo no le encuentras frecuentemente en restaurantes de Sevilla. Y me responde el artista ¿Y por que no pides Cabernet Sauvignon, como la otra vez?.
Le contesté: "Porque entonces tendrían que traernos un racimo de uvas, ya que ese es nombre de uva, como merlot, garnacha, tempranillo... pero elige una denominación: A ver: Navarra, Priorato, Rueda...". "La que tu quieras" me contesta. "Bierzo", me reiteré. Le tuvo que sonar a insulto por el leve respingo digno que dió en su silla. Algo así como si en vez de pronunciar "Bierzo" hubiera dicho "Cenutrio". Me dió un poco de pena su incomodidad, de repente no había marqueses bodegueros y visas doradas que lo pusieran, no a salvo, que ya estaba, sino en el podium que él pretendía. El vino del Bierzo que tomamos era tan excelente, que el divinum, no tuvo más remedio que preguntarme quien me enseñó lo que yo sabía sobre vinos . En mi mente asomó una respuesta. "El mismo que me enseñó que con gente como tu no debería quedar nunca más, mi padre" Pero recordé que ese mismo maestro me decía que no había que ser desagradable sin necesidad, así que dí una respuesta huera, me bebí ese magnífico vino y no he vuelto a verle, ni pienso.
"Sonia, tu estás preñá". Le dije a mi compañera de trabajo el pasado viernes, de forma repentina, cuando ya casi se estaba acabando la jornada. Se lo dije porque aquella mañana hubo algo en ella que me captó la atención. Le miré los ojos y súbitamente sentí esa certeza. Ella se sorprendió de forma risueña por mi afirmación porque según me explicó esperaba la regla desde dos día antes. Dos días de retraso, cualquier mujer adulta lo sabe, es una insignificancia. Ella lleva casada un año, en el que se ha entrenado para no magnificar dos días arriba o abajo de una fecha en una calendario. "Ojalá", me dijo Sonia, "pero no es la primera vez que me podría hacer ilusiones".
Es la única vez en mi vida que he tenido un "pálpito" sobre un embarazo.
Cierto es, que no sé por qué ni desde cuando, si veo un animal a simple vista, tengo instantaneamente idea de su sexo y edad. Yo nunca sabía que lo sabía. Simplemente a veces lo decía, hasta que un día en un bar, le dije a alguien que me acababan de presentar y que iba con un perro: "Tu perra está malita, ¿verdad?, tiene enfermos los riñones, pero es que ya es muy mayor.." Y el me preguntó: ¿Cómo lo sabes?. Y es que no sé por qué lo sabía, poque la postura en la que veía al animal, echado en el suelo, ocultaba la parte de su anatomía que podría expresar su sexo, su edad, y por supuesto, el estado de sus riñones. He estado más acostumbrada a presentir tormentas, cambios de temperaturas y movimientos sísmicos, pero eso lo compartía con mi padre. Un día antes de una cambio de tipo climático, mi padre y yo nos arrastrábamos por los sofás con la cabeza aturdida. Una noche me desperté muy inquieta, con mal cuerpo y ví la luz de la cocina encendida. Allí estaba mi padre tomando bicarbonato porque decía que se había despertado con malestar. Justo cuando me lo estaba explicando, el suelo tembló.
Esta noche ha sonado mi teléfono, seis días después de mi pronóstico, y en la pantallita ponía: "Sonia". Lo descolgué y dije "Si, ¿verdad?, y ella respondió: "Si, bruja".
Me he reído con ella de corazón, porque sé lo que es recibir esa noticia en el momento adecuado, afortunadamente así fué para mi hace diez años. No he vivido nada comparable a saber que vas a tener un hijo, ni tampoco a tenerlo. Le dije a mi compañera que no se pierda ni un momento de sus cambios, de sus sensaciones. Para mí, suponen los recuerdos más divertidos y apasionantes de mi vida. Le conté que yo nunca lo viví como una enfermedad, que el único que vomitó durante el embarazo fue el padre porque se emborrachó cuando lo supo. Que a partir de ahora todo gira y toma otra perspectiva, pero en absoluto más grave ni más oscura, sino todo lo contrario. Que ahora iba a enterarse de lo que es reirse hasta que te duela el esternón, de lo relativas y zalameras que son las horas al lado de un niño, de lo que es aterrizar en plancha en el lado más cotidiano de la vida, de lo que es que tus ideas se aclaren hasta deslumbrarte, de lo asombroso que es sentirte parte de un plan que tiene sentido, y saber, de verdad, lo que significan algunas palabras como "valiente"..
Cuando he colgado, no he tenido más remedio que sentirme agradecida a ese minúsculo embrión que intuí hace una semana, porque justo cuando hacía tiempo que no desfallecía y empezaba a hacerlo de forma absurda por lo que no debía, él me ha devuelto la atención y la intención hacia todo lo que he aprendido. Ojalá, dentro de algunos años, le vea ya crecido y contento y pueda decirle con el pensamiento: "Oye, chaval, que yo te vi primero.."
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
...
(Juan Ramón Jiménez)
Me gustaría poder hacer el recuento de las cosas que he oído y de ellas hacer una clasificación, a un lado las falaces y a otro las veraces.
De las primeras, buscar las falsedades involuntarias y apartarlas de las voluntarias. Recoger con conmiseración las equivocaciones y después sacudir de la punta de mis dedos las mentiras . De las pobres ideas equivocadas retiraría suvemente hacia una lado las nacidas de la ignorancia separándolas de las hijas de la cobardía, que retuercen sus manitas sudorosas por el pudor de saberse siempre en el lado inoportuno.
Luego recogería las mentiras que han caido al suelo, y mientras ellas no paran de gritarme mi confusión, pertinaces en pretender hacerse creer veraces, las metería en una caja tapada para que no revuelvan y confundan más a las demás.
Sobre las serenas verdades planearía con mi dedo índice amenazante, hasta que la inquietud de algunas las delataran como ambiguedades, conocidas también como "verdades a media". y aprovechando su desbandada vergonzante, me quedaría mirando a las verdades auténticas para ver si están todas. Posiblemente ellas mismas, con su proverbial sinceridad, me indiquen que faltan muchas y cuando yo le pregunte dónde, me señalen la caja de las mentiras cautivas, porque detrás de cada una de éstas vive atrapada una verdad. Puede que entonces no tenga más remedio que abrir la caja para que de nuevo se mezclen libremente y dejar que sean ellas mismas las que se reconozcan.
Sus penas y alegrías me llegan como ráfagas repentinas, de vez en cuando, como las de todos mis amigos; esa prodigiosa cosecha de mi vida que hoy por hoy cuento entre lo mejor de mi patrimonio. Juan Antonio, como todos ellos, está sometido a los vaivenes de la vida, y en medio de este oleaje, a veces, alcanzamos a darnos la mano, a mirarnos a los ojos.
Él fue el que me dijo, cuando le comenté el bien que me hacía disponer del blog, que escribiera para mí, sólo para mí. "Escribe lo que quieres leer". Me lo ha dicho esta misma tarde, el día después de enterarme que su trabajo peligra. Cuando Juan me señala los baches de su corazón, yo le saco todo los mapas posibles y entre los dos siempre buscamos atajos. Tarde o temprano él se orienta. Ese cerebro circunvolucionado supongo hasta el extremo, como corresponde a las mentes inteligentes, encierra la brújula verdadera, la que señala siempre a la luz. Cuando las cosas son tan circunstanciales como un empleo que se puede perder con bastante posibilidad, tengo que bajar mis brazos impotentes.
No me gusta sentir mis manos inútiles, por eso, hoy que les encomendaba cosas que no estaban a su alcance, me acordé de la recomendación del propio Juan. "Escribe lo que tú quieres leer".
Hoy quiero leer sobre Juan Antonio, por eso voy a escribir sobre él.
No recuerdo la primera vez que le ví, quizá porque sí recuerdo la primera vez que le oí....
Pero sí guardo una sucesión de imágenes que sólo nos pertenecen a él y a mi.
Una tarde en la estación de Santa Justa, Sevilla, venía desde un tren y su silueta traía los brazos que yo necesitaba. Ese mismo fin de semana, en un supermercado de mi barrio, delante de las conservas, mi mal momento se desplomó sobre mí, de repente. Me quedé inmovilizada, delante de la melva canutera y de la caballa en aceite, con la mirada perdida, desvalida y derrotada, sin aliento y sin palabras. Una mano apretando mi codo lo convirtió en una Babel donde todas las frases tenían el mismo significado: "te comprendo". Escogí el bonito del norte y unas láminas de hojaldre congelado. Luego, en mi casa, se convertirían en unos pastelitos salados de amistad rellenos de conversación y aderezados con risas y lagrimones. Esos famosos pastelitos...
Nos recuerdo a los dos con María, mi hija, de entonces 6 años, en el intermedio del musical "La Bella y la Bestia", ella hablando con su padre por un móvil mientras contaba que "había llegado una vieja que a un muchacho le ha dado muchas vueltas y lo ha convertido en un monstruo" y Juán, al lado, desfondándose de risa. Luego, a la salida, Madrid nos esperaba a los tres, con su tarde-noche llena de luces, de taxis ocupados, de croasanes inflamados y colacaos calentitos...
Y también Málaga; los "camperos" en el barrio de la Luz, las confidencias pornográficas en una bodega llena de toneles de vino, David cantando canciones del grupo "Triana", de madrugada por el pasillo de tu piso, rasgeando una guitarra que no sabía tocar, mientras yo le gritaba desde la cama: ¡cuarteleeerooo!. Y la tarde siguiente, (porque para los crápulas no hay "mañana siguiente") veíamos "Entrevista con el vampiro" en tu ordenador remoloneando en un sofá.
¿Y te acuerdas de aquella noche con Morgan Franklin y Patricia, en mi habitación, mirando las fotos digitales en el ordenador, aumentando los pixeles para ver las entradas de la falta de tinte en la cabeza de una conocida, mientras, (Según narraba luego Capenter, o sea, Morgan), yo me retorcía en mi cama diciendo "es horrorossso"? ¿Fue esa noche cuando mi vecina de abajo la arremetió con su escoba (instrumento de bruja, lo dice la cultura) contra su techo que era mi suelo, tales eran las carcajadas?
Y más momentos.. Y los que vendrán si tu y yo queremos. Y nos volverán a mandar a callar, a Dios pongo por testigo, con escobas o con cañones, porque pienso reirme contigo hasta molestar, como nos hemos reído siempre.
Sí, es verdad, eres especial. Te-ha-to-ca-do....
Lo del trabajo será pasajero, y mientras dure, haremos lo que podamos. Pero te tocó ser especial, cielo, y ahí sí que no puedo hacer nada. Me imagino tu peso y yo también te aprieto el codo si quieres.. pero nada que hacer ante tu mente y tu sensibilidad. Sólo quitarme el sombrero que nunca me pongo, contarlas entre mis tesoros, entre mis botines preciados y arrimarlas a mi vida todo lo que mi talento dé de sí. Y el día que lleves bien eso de ser especial o encuentres un compañera a la altura de ello, por favor, elige entre estas tres ciudades para la borrachera: Madrid, Sevilla, Málaga.. Ninguna más me sirve. Estas son las nuestras.
¡Quien diga que un gato no es cariñoso es que nunca ha convivido con un gato!
Por favor, Cuatro, bajate ya del teclado y deja de meter tu cabecita detrás de mi oreja, Cuatrooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooobopijfdg pa`w9cit't0i2qpeogn ´ñv,yrlv`3qpotgbcft`´0291+'tb ñ´dg`wqm'WCOT3NW´GELKP3QC9I4NYTGRPKLVLNWIRLVGHJOPQIJGTCOWQJGFOIJ4WCOREGJLDC,JGVO3QJ'Q30I4'RPYIVG'`Q03IRGVPAOCIK+`XPGMIJ6P4TJKFRBM GKLDJPAJKNPB0IE45'R098'2039'IWFM C.,MSRV WIJPEDK3PWÑGKLMVÑDFSGRKBN V4RLG,FÑ.LK
Me dije: nunca más. Un día noté que llevaba un tiempo entrando por las puertas de mi empresa mirando siempre al suelo, sin saludar a nadie. Cada día hay varias personas en recepción: telefonista, recepcionista y azafata. Durante un tiempo, en el que no me encontraba bien, pasaba sin mirarles, sin ver sus caras. Si acaso musitaba un saludo mecánico y desganado y creía que así cumplía, y si no cumplía, no me importaba. Pero un día levanté la cabeza, y había una persona mirándome que me dijo "buenos días", y yo sonreí. Sonreí aquel día por primera vez y lo mismo por última, pero aquel día sonreí. Y al segundo día ya llevaba la cabeza levantada y me volvieron a decir "buenos días". Ni siquiera era la misma persona, y ese día volví a sonreir y fué cuando me dije: "nunca más".
Cada día, al amacecer, cuidaba de la posición de mi cabeza y carraspeaba. Entraba con paso ligero y anticipándome decía en alto: "¡buenos días!" como un ejercicio de rebeldía a mi propia torpeza o mi mala suerte. Y siempre había un cómplice que colaboraba y devolvía el saludo, tan alto y tan claro como el mío.
Ha pasado un tiempo de aquello. El otro día entraba cantando: "Déjame llevarte hacia donde voy... strawberry fields..." , de los Fabulosos Cadillacs , en voz alta. Una chica en recepción, me dijo. "Por Dios, Mercedes, que contenta estás..."
Esta vez no le sonreí. Reí a carcajadas.
En vez de estudiar, guardar la ropa planchada o dormir que es lo que más falta me hace, anoche me puse averiguar cosas sobres los blogs. Estuve saltando entre portales, blogs y artículos digitales, impulsada no sé si más por mi prurito de periodista que de neobloger, (sospecho que lo primero).
Me encontré con el espíritu crítico que no hay quien lo evite y a veces quien lo soporte. Incluso me encontré con un manifiesto más bien parecido a un ideario que no estaba de todo mal si no fuera por el tono. A punto estuve de cuadrarme delante del ordenador y gritar:"señor, si señor".
Según ese manifiesto no me pareció salir mal parada. Sólo con que personalizara un poquito la apariencia, eso si, sin pasarme, estaba dentro de lo admisible. Y no es que yo sea una rebelde sin causa y quiera imponer esta blancura y esta simplicidad sin límites. Es que no doy para más. Ni idea de como cambiarla. Yo, lo que mande el señor movabletype.
¡Puntos suspensivos no!, decía el manifiesto... (muchos paréntesis tampoco). Bigilar la faltas de hortografía y restringir expresiones de argot y modismos regionales, miarma.
Que stress.
Otros post se quejan de los contenidos. Se quejan de los deprimidos, de los culturetas, de los frikis, de los insulsos, de los que tienen horror al vacío y escriben que no tienen nada que escribir, de las que empiezan el post diciendo: "hoy me ha bajado la regla", en vez de sufrirla en silencio, de los llorones por amor, de los felices por amor, de los que se fotografían una mano, de los no se fotografían, de los que sólo se fotografían y no escriben, de los que no escriben nunca aunque tampoco se fotografíen, de los escriben mucho, de los que escriben demasiado bien, de los escriben que mejor que no escriban...
A mí me gustan todos. Todos los que leo, claro está, porque los que no me gustan con no leerlos... Me estoy haciendo un poco adicta a esto de los blogs. Ya es hora de que lo reconozca abiertamente: soy una fisgona de enjundia. Por supuesto que me agradan la almas sensiblesy los espíritus elevados, el verbo fácil y los cerebros difíciles. También me sorprende la profusión de "malditismo" que puebla este universo: colillas en las comisuras, polvos crepusculares con mujeres de ojos inquietantes que siempre están calladas, ¿dónde las encontrarán? y borracheras evocadas con títulos músicales muy pero que muy selectos. Pero puesta a hacer confesiones, me fascinan esos blog explícitos que te narran cuantos mensajes han recibido hoy en su móvil y si es preciso que decían dichos mensajes, y ya de paso, si les ha bajado la regla. Tengo que reconocerlo, mientras más detalles, más atracción. Yo no sé de donde me viene este interés por la vida de otros, pero cada día me siento un ratito en mi ordenador como si de una portería se tratara y alcahueteo un poquito con lo que me quieren contar, que en algunos casos es mucho. Hace tiempo descubrí el blog de una señorita sumisa que cuenta pormenorizadamente como su última pareja le inflige sufrimiento físico cuando le presta atención. Aún así cuando más sufre es cuando su amor no aparece por ningún lado. Se apodera de ella una ansiedad extrema por el temor de ser abandonada. Escribe tan bién que no sé que me transmite mejor, si la presión de las correas en las muñecas mientras practican el coito o el peso de las horas silenciosas que procede de su teléfono. Estoy por comentarle que si sufre, por qué se queja. Pero ojo, una cosa es fisgonear en la vida de los demás y otra es entrometerse.
Puedo asegurar que todos y cada uno de los blogs que leo o he leído me merecen todos los respetos, como me merecen respeto los que se quejan de ellos. Cada uno que escriba y lea lo que quiera. ¿Quién puede ponerle blogs al campo?. Perdon, quise decir ¿Quien le pone puertas a la blogosfera.?
Una niña británica de 10 años salvó la vida de su familia y cien turistas más en una playa de Tailandia porque supo interpretar los signos de la naturaleza que anunciaban la inminencia de un tsunami. Todos los censores de alta tecnología de todos los observatorios sismográficos de mundo no sirvieron para evitar esa eclosión de muerte. Pero a esta niña le bastó una clase de geografía y el buen uso de sus sentidos para saber lo que ella y otros tenían que hacer. Esto me da que pensar. Este es un raro caso de combinación de "sentido común" y "cultura general". Un raro caso digo porque ya se sabe que ni el sentido común suele ser muy común ni la cultura general es general.
Tenemos una manera extraña de relacionarnos con el conocimiento. Creemos tener un occidental sentido utilitario del saber, pero ni siquiera eso es cierto. Utilitaria le fue a la niña británica su lección de geografía que le sirvió para salvar la vida de algún ingeniero u otro tipo de expertos, (que para sufragar unas vacaciones navideñas en una playa tailandesa hace falta cuanto menos alguna licenciatura). El conocimiento nos sirve para ganar dinero pero no confíamos en él para vivir, ni siquiera para sobrevivir.
Me siento perpleja, por ejemplo, ante álgunas reacciones suscitadas por la película "Alejandro Magno" de Oliver Stone. Algunos la acusan de falta de rigor histórico y otros de excesivo acento sobre la ambiguedad sexual del macedonio.
Tendrían que ponerse de acuerdo unos y otros porque dentro de la cuota de rigor histórico que tenga la película, está precisamente esa actitud de los hombres helénicos que no sentían pudor en comunicar sus admiraciones y devociones personales con manifestaciones físicas. El rechazo hacia los contactos de índole sexual entre personas del mismo género vendrá dado por la moral judeocristiana que llegaría algunos siglos después, (viene en los libros de texto). Yo no iría al cine a aprender Historia sino a ver películas. El Barrabás que encarnaba Anthony Queen no era muy riguroso pero ¿quien podría renegar de él?. Ni Taylor ni Burton eran una Cleopatra y un Marco Antonio fidedignos, pero cuanta química...
No es rigor precisamente lo que le pido al cine. Para rigor ya están las enciclopedias. De cualquier manera me llama la atención que lo más ruidosamente destacado por algunos de uno de los primeros estadistas de la Historia sea si se pegaba achuchones o no con su amigo del alma.
Como también me llama la atención que un gran número de personas se encuentren más interesadas en lo que calló Leonardo Da Vinci que en lo que sí dijo. (Ese sí que tenía cultura general...).
Una profesora de filosofía me enseñó, en sus clases de lógica formal, a analizar textos y encontrar paradojas, falacias y contradicciones. Algunas declaraciones de políticos no tenían desperdicio y eso era prescindiendo de los datos. Todavía, desde entonces, pienso a menudo que bueno sería que la gente recordara al menos la teoría de los conjuntos. Aquel año aprobé filosofía. No sé si eso me benefició.
"Me gustaría tener a mi lado toda la vida a una mujer como tú". Eso me han dicho hace unos días. Me tuve que reprimir para no empezar a hacerme cruces y musitar llena de espanto "Válgame el cielo".
Sé que muchas mujeres anhelan escuchar frases parecidas. Y he de confesar que a mi también me agrada despertar esos arranques..no soy tan fría.
Pero mi cabeza y mi corazón tomaron la costumbre hace algún tiempo de andar negociando.
Lo que más me intriga de esa frase es lo de "una mujer como tú". Me imaginé en un catálogo: en otras páginas están las mujeres que no son como yo y en la mía yo, tal como soy. Y me imagino un dedo señalando y diciendo, "esta". ¿Y si en la página hubiera otra de las mismas características? ¿Elegiría al azar o preguntaría cual de las dos tiene descuento?
Los que alguna vez hemos amado, sin elegir, sin decidir previamente, sin hacer planes, sin reparar en matices, posiblemente quedemos estigmatizados por siempre. Cuando conoces el amor, aprendes a distinguir también aquello que no lo es. Las mujeres dicen en ocasiones que los hombres no saben estar solos, y algunas lo dicen mientras se preguntan porque no les habra tocado a ella uno de esos ansiosos. Lo cierto es que ni a hombres ni a mujeres nos gusta la soledad, entre otras cosas porque no nos han educado para ello. La soledad es el ámbito del perdedor, indican. La Durmiente siempre espera el beso del Príncipe Azul, aunque luego destiña.
Ciertamente con frases como esta tendría la oportunidad de covertir mi vida en aquello que tranquilizaría a mi madre e incomodaría a conocidas de pulsiones competitivas y "exs" rencorosos. Pero mi vida es mía, no de ellos. Y el camino que me señala esa frase ya lo recorrí. Ya estuve allí. ¿Para qué volver?.
Quizá esto tiene una explicación más sencilla. No es que yo no quiera "un hombre como él". No lo quiero a él.
Estas palabras, o mejor dicho, esta palabra y esta cifra, son, según los contadores y buscadores de webs, las más solicitadas en estos días. Miles o cientos de miles de hispanohablantes introducen por estas fechas este abracadabra para apelar.. que sé yo..el consuelo, la falta de incertidumbre, la vuelta de la esquina. Esto me impresiona....
Ahora mismo estoy haciendo trampa, o no...
No sé si llamando a este post "Pronóstico 2005" voy a convocar a una serie de lectores que quisieran leer algo así como que el paso de jupiter por su casa seis en conjunción con mercurio en libra llenará tu mano vacía o el silencio de tu casa, o despejará esa maraña del absurdo que te atrapa, o te traerá ,por un sutil pasillo, la libertad que anhelas, o te ofrecerá el cuerno de oro de la prosperidad que se te niega, o las voz en tu oído que no alcanzas a oír, o la compensación al esfuerzo que te abruma, o la presencia del ser que extrañas...
Yo quisiera ser júpiter en la casa seis o cuatro o la que sea paseandome por piscis, acuario y todas sus castas para prometerte lo mejor: tus manos llenas y tus bolsillos repletos, tu mirada brillante y tus pulmones plenos. Pero ni júpiter ni yo, me temo, podemos hacer nada por ti.. (que yo sepa)
Pero tú sí. Tú eres el mago, el alquimista.
Permíteme, circunstancial lector, hacerte un pronóstico para el 2005.
En este año que empieza, el día que menos te lo esperes, puede que paseando por la calle, reflejado en una cristal de un escaparate te encuentres con un ser muy especial para ti, aunque no lo sepas, llamado "Tú mismo".
Es posible que el principio le encuentres insignificante y falto de interés, tanto que cualquier cosa o persona del mundo sea más llamativa que ese reflejo en el cristal, pero como "Tú mismo" tiene la capacidad de ser muy insistente en su presencia y la incapacidad de convertirse en otro por mucho que lo intentes, tarde o temprano tendrás que recaer en su existencia. Bien es cierto que al principio "Tu mismo" tampoco va a demostrar mucho interés por ti. "Tú mismo" también va a pensar, como tú, que cualquier cosa en más emocionante y digna de pugna. Vuestro pensamiento paralelo os mantendrá equilibradamente distanciados como dos imanes de cargas equivalentes. Es probable, que cuando te entregues a amores etériles o empresas imposibles, "Tú mismo" se resienta y le duela en su piél lo que has querido arriesgar de forma temeraria pero aún así, no intentará protegerte. Se lamentará como una victima impotente y hará eco de tus propios gemidos pero no moverá un dedo por ti. El caso es que "Tú mismo" asístirá ,sin que tu lo tengas en cuenta, a tus retos y quizás él sopeche alguna vez que debería intervenir o pronunciarse pero va a dudar. Mientras tú no le tengas en cuenta va a sentirse a la deriva, impotente, a merced de tu destino. En el fondo éstá por ti, pero mientras ni él ni tú os queráis enterar.. no servirá de nada.
Pero, si este 2005, en el cristal que os refleje, "Tu mismo" un día te sonría y tu le devuelvas la sonrisa. Entonces...
Si tú y "Tú mismo" comenzáis ese idilio que no preconiza constelación alguna, entonces se te llenarán las manos y te importarán menos tus bolsillos y tus oídos dejaran de esperar, y no atenderás a pasillo alguno y no te importará el silencio, y dejarás a las galaxias en paz.. Y los dos, tú y "Tú mismo" paseareis vuestro amor indiferente e inalterable a todo pronóstico.
Así sea.