11 de Enero 2005

Cultura general.

Una niña británica de 10 años salvó la vida de su familia y cien turistas más en una playa de Tailandia porque supo interpretar los signos de la naturaleza que anunciaban la inminencia de un tsunami. Todos los censores de alta tecnología de todos los observatorios sismográficos de mundo no sirvieron para evitar esa eclosión de muerte. Pero a esta niña le bastó una clase de geografía y el buen uso de sus sentidos para saber lo que ella y otros tenían que hacer. Esto me da que pensar. Este es un raro caso de combinación de "sentido común" y "cultura general". Un raro caso digo porque ya se sabe que ni el sentido común suele ser muy común ni la cultura general es general.
Tenemos una manera extraña de relacionarnos con el conocimiento. Creemos tener un occidental sentido utilitario del saber, pero ni siquiera eso es cierto. Utilitaria le fue a la niña británica su lección de geografía que le sirvió para salvar la vida de algún ingeniero u otro tipo de expertos, (que para sufragar unas vacaciones navideñas en una playa tailandesa hace falta cuanto menos alguna licenciatura). El conocimiento nos sirve para ganar dinero pero no confíamos en él para vivir, ni siquiera para sobrevivir.
Me siento perpleja, por ejemplo, ante álgunas reacciones suscitadas por la película "Alejandro Magno" de Oliver Stone. Algunos la acusan de falta de rigor histórico y otros de excesivo acento sobre la ambiguedad sexual del macedonio.
Tendrían que ponerse de acuerdo unos y otros porque dentro de la cuota de rigor histórico que tenga la película, está precisamente esa actitud de los hombres helénicos que no sentían pudor en comunicar sus admiraciones y devociones personales con manifestaciones físicas. El rechazo hacia los contactos de índole sexual entre personas del mismo género vendrá dado por la moral judeocristiana que llegaría algunos siglos después, (viene en los libros de texto). Yo no iría al cine a aprender Historia sino a ver películas. El Barrabás que encarnaba Anthony Queen no era muy riguroso pero ¿quien podría renegar de él?. Ni Taylor ni Burton eran una Cleopatra y un Marco Antonio fidedignos, pero cuanta química...
No es rigor precisamente lo que le pido al cine. Para rigor ya están las enciclopedias. De cualquier manera me llama la atención que lo más ruidosamente destacado por algunos de uno de los primeros estadistas de la Historia sea si se pegaba achuchones o no con su amigo del alma.
Como también me llama la atención que un gran número de personas se encuentren más interesadas en lo que calló Leonardo Da Vinci que en lo que sí dijo. (Ese sí que tenía cultura general...).
Una profesora de filosofía me enseñó, en sus clases de lógica formal, a analizar textos y encontrar paradojas, falacias y contradicciones. Algunas declaraciones de políticos no tenían desperdicio y eso era prescindiendo de los datos. Todavía, desde entonces, pienso a menudo que bueno sería que la gente recordara al menos la teoría de los conjuntos. Aquel año aprobé filosofía. No sé si eso me benefició.

Escrito por La caminante a las 11 de Enero 2005 a las 02:04 PM | TrackBack
Comentarios

Este post no tiene desperdicio.

Sobre la cultura y el sentido comun, el problema esque la primera la estamos machacando y la segunda la estamos obviado, que nos quedara para despues...


El cine no es solo entretenimiento, pero tambien lo es, asi que el problema esta cuando las cosas se pierden en nubes de gas.

Con profesores asi no me extraña la persona tan extraordinaria que ha salido, todo un portento de vision ;)

Besos

Escrito por mICrO a las 12 de Enero 2005 a las 01:06 PM
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