25 de Febrero 2005

Pre mortem

Hablábamos esta mañana, María José, Sonia y yo sobre las personas que hemos perdido en la vida. A las ocho y media de la mañana, sentadas en la redacción con un café "para llevar" en un vaso de corcho blanco y térmico, con los ojos brillantes, unidas por la cotidianidad y por lo que de común tenemos.
María José perdió repentinamente a su madre estas navidades, en una noche, en la Nochebuena. Tiene que luchar cada día con ese zarpazo tan violento que todavía le abre la piel. Yo le contaba como el recuerdo de mi padre convive conmigo. Me acompaña cuando elijo mi coche nuevo, cuando logro algo, cuando libro una batalla, cuando veo a mis hermanos tener hijos, conquistar trozos de vida...
Ya no pienso en él con pena, pienso con rabia. Me parece incongruente que él no esté aquí. Sospecho que no haya un día de mi vida futura que alguna tripa se mueva en favor de su recuerdo. Mi padre era un gran hombre, me enseño a pensar con libertad, a tener riqueza en lo poco, a tener prudencia en lo mucho, a relativizar, a decir no, a conceder sin consentir. a poner el silencio a mi favor, a poner las palabras a mi servicio, a levantar la cabeza siempre, a tender la mano lo más posible, a saborear la comida más humilde, a mirar de lejos lo deslumbrante, a no juzgar, a tener criterio, a esperar lo inesperado, a no desesperar, a agradecer, a reclamar, a sentarme a mirar, a ir al encuentro, a llamar a las cosas por su nombre, a dudar de lo que creo saber, a querer saber más...
Y se fué. En un fin de semana. La última vez que lo vi consciente estaba regando el césped de su casa y me dijo, "no le grites a la niña". Y ya está, ya no hubo más, sólo alcancé a verle en coma en la UCI dos días después y ponerle la mano en la frente. Sólo se me ocurrió eso, cuando lo ví allí inerte, ponerle mi mano en su frente... Ya no le ví nunca más.
Y eso es todo.
Pero sigues aquí y la frente ya no está pero tu mano sí.
Y estás obligada a seguir a tu mano que se ha quedado aquí. Y lo recuerdas mientras tomas un café intenso y no le encuentras sentido.
Pero por la noche, empiezo a escribir sin saber qué quiero decir y la puerta del cuarto de baño se abre y entre el vaho aparece una silueta forjada por diez años de vida. Entre la nebulosa con olor a jabón , los pechos apuntados y el vello púbico incipiente de una niña me dicen "Esa frente continúa entre tus manos, no te detengas, por favor"
No lo haré.

Escrito por La caminante a las 12:31 AM | Comentarios (7) | TrackBack

21 de Febrero 2005

Bailando con el contable Dimitri.

Un tipo menudo, con barba recortada blanca y gafas breves, con aspecto de profesor de enseñanza secundaria. Se movía al ritmo de la salsa como un auténtico experto. Por sus manos y brazos iban pasando balilarinas circunstanciales: inmigrantes caribeñas vibrantes y maquilladas, españolas patosas y afanosas. Era uno de tantos de los que me hiponotizan cuando la noche me convoca. Cuando salgo de noche, en cualquier momento sufro una desconexión de mi ambiente inmediato y me pongo a observar atentamente lo que me rodea. Los que van conmigo hacen distintas interpretaciones: que me aburro, que doy vueltas a algún problema, que me ha gustado alguien de los que están en el lugar. Pocos aciertan o pocos saben: simplemente mi mente entra en un estado donde apenas pienso mientras recopilo todo tipo de signos físicos: color, formas, sonidos, incluso olores. Es como un estado de hipnosis donde el simple hecho de observar me complace.
Estábamos en el "Nu Yor" a las.. tantas de la madrugada. Yo no sabía que aquel era un templo de la salsa. Un cubano mayor, de unos 60 años, me despierta de mi estado hipnótico, mientras Olga y Eva charlan como cotorras. Me dice: "señorita, ¿le puede decir algo sin que le moleste?". Por un momento pensé que algo no andaba bien por el temor con el que el señor se dirigía a mí. "Le tengo que decir que es usted muy guapa". Abrí la boca para decir algo, pero solo pude reir, porque también comprendí que el no esperaba respuesta.
Un joven negro con un pequeño aro en una de sus orejas revolotea a mi alrededor, pero parecía no atreverse a acercarse. En un momento dado, me anuncia que la proxima pieza la bailará conmigo. "No sé bailar" le contesto. El se aleja,luego se vuelve y con un gesto de llevarse las dedos unidos a sus labios y abríendolos mientras me mira fijamente parece explicar su interés por bailar. El tipo menudo ahora no baila y saluda desde lejos a Eva. Ella nos cuenta que es un compañero de sus clases de baile de salón, que es contable, que se llama Agustín, pero que siempre se presenta como Dimitri y que lo que más le gusta en este mundo es bailar. Que baila con tal pericia que cualquier pareja se adapta a él. Dimitri se acerca a nosotras para saludar a Eva. Nos propone bailar y yo accedo. No sé bailar salsa, ya se lo dije al guapo negro del arito antes. Pero si por tu vida pasa un señor contable que se hace llamar Dimitri y que su mayor pasión en la vida es bailar hasta desfallecer noche tras noche, yo creo firmemente que hay que bailar con él. Hay que dejarse llevar lo más dignamente posible por el sentido del ritmo y participar de ese paréntesis de dos brazos que abarcan nombres equivocados, cuerpos equivocados, profesiones equivocadas y de vez en cuando la voracidad de la mente de una curiosa impenitente.

Escrito por La caminante a las 12:30 AM | Comentarios (4) | TrackBack

16 de Febrero 2005

MAESTRO PINEDA

Tomo este titulo prestado de un dominical que le dedicó un reportaje a Pablo Pineda, el primer síndrome de Down universitario de España y uno de los primeros del mundo.
Pablo colabora en la empresa en la que trabajo. Ayer sin ir más lejos, lo estaba buscando para cuestiones de trabajo y él se adelantó. Descolgué el teléfono de mi mesa y oí su voz diciendo: "Soy Pablo Pineda.." Yo le dije: "Te estaba buscando, Pablo". Él dijo: "Y yo a ti". El me encontró antes.
Los que manejamos teléfonos sabemos el volumen de mediocridad que hay detrás. Gente que no sabe resolver, ofrecer alternativas, hacerse cargo de algo, responder a un compromiso o a un imprevisto, ser siquiera simpáticos aunque inútiles... En dos años que trabajo con Pablo, siempre está localizable y tiene una respuesta concreta y fundamentada, aunque sea negativa, que pocas veces lo es.
Esa mima noche, la de ayer, me lo encontré el programa "Las cerezas". Hacía tiempo que no veía la televisión de noche. Hacía tiempo en realidad que no veía televisión y no por adoptar ninguna pose, porque si hace falta veo "Salsa Rosa", que yo no estoy tocada por la gracia del Dios de la Intelectualidad y el Elitismo, ¡el Dios de la Normalidad me libre! ; ni complejo que me produzca, pero es que es verdad que no tengo tiempo.
Me iba a acostar cuando Julia Otero, (gracias Julia por tener tanta clase y por dignificar mi profesión), anunció la presencia de Gillem Jímenez y Pablo Pineda, dos "síndromes de Down", uno, actor revelación ,y el otro, maestro, estudiante de psicopedagogía y conocido mío. Me quedé en mi sofá con mi gata encima, como cada vez que estoy quieta. Me tragué una ristra de publicidad que combiné con un reportaje de los hermanos Coen en el canal Hollywood y luego una serie de skech cómicos sobre política. (Demasiado humor político en los programas de televisión. Lo mucho harta, señores programadores.)
Y llegaron ellos. Hacía tiempo que no veía un momento de televisión así. Vuelvo a decir que en realidad hacía tiempor que no veía un momento así en cualquier lado, donde alguien tenía cosas tan concretas que preguntar y otros, cosas tan preclaras que responder.
¿Para que voy a referir lo obvio: que ya no tienen porque significar engendros que esconder, desgracias que sobrellevar, niños eternos, inútiles sempiternos?.
De forma inteligente no se insistió en ello tampoco en la entrevista. (De nuevo, enhorabuena, Julia). El parámetro era más bien:¿Ahora qué?. Y el maestro Pablo, puso el dedo en la llaga: "Es más fácil que nos reconozcan cualquier derecho y capacidad mejor que la de amar". Parece que la normalización para cualquie grupo en riesgo de exclusión prescinde de la dimensión afectiva. La pregunta para medir el racismo no ha sido nunca "¿contrataría a un negro?", sino "¿Se casaría con un negro?. Verbi gratia: "Adivina quien viene esta noche".
Vivimos en un mundo que se niega a conocerse a sí mimo. Vivimos en un mundo que en definitiva se niega. La variabilidad nos ha hecho evolucionar. No nos hemos adaptado al medio, como decía Lamarck. El medio nos seleccionó tal como somos, como dijo Darwin que era el que parece que llevaba la razón. Nos eligió a todos como los más aptos, tan distintos entre nosotros, y es por eso que somos distintos que fuimos elegidos, porque las endogamias no son ventajas naturales, (sólo hay que observar a las casa reales europeas).
Pablo Pineda, maestro de tantas cosas y sídrome de Down, explicaba anoche que la trisomía del par 21 es sólo un accidente genético, que lo demás es literatura y determinismo. ¿Se puede decir más claro?
Existe un debate entre ambientalistas y genetistas. ¿Qué influye más sobre el individuo, su carga genética o su contexto? Entre los que defendían lo primero estaban los científicos del III Reich. Entre los que defienden los segundo están los padres de Pablo Pineda, que hace más de 20 años enseñaron a un "mongolito" de cuatro años a leer. Por sus obras los conoceréis.
Pablo es el testimonio de la confianza en los individuos. Es el resultado de la combinacíón entre paciencia, amor e inteligencia.
Él maneja conceptos abstractos con más habilidad que muchos de los llamados normales: "Fuí educado para la autonomía". Hay personas que cobran millones por aparecer en televisión incapaces de construir una frase así y menos de concebirla.
Julia Otero decía que entrevistas como esa le hacían sentir bien porque demostraban que la televisión no tenía por qué ser un circo. Efectivamente, los distintos ya no están en el centro de la pista, sino los vulgares. Los distintos nos pueden indicar, entre bambalinas, que la verdadera ambición no te deslumbra con focos. El máximo objetivo puede ser la normalidad, donde el mejor anhelo es el más común:amar y ser amados tal como somos. Usted si que sabe, maestro Pineda.

Escrito por La caminante a las 7:03 PM | Comentarios (48) | TrackBack

13 de Febrero 2005

Soy una peregrina.

Soy una peregrina. Cuando comencé este blog quedaban pocos días para que iniciara el Camino de Santiago, por ese lo llame “La caminante”.
La condición de peregrino es algo muy determinado. Cuando uno opta por ser un peregrino todos los ángulos de la vida se convierten. Se puede ser peregrino de diversas maneras. A mí me hizo peregrina el Camino de Santiago. Y no hay momento de esta vida, a partir de entonces, en el que pierda mi condición de peregrina.
Soy una peregrina, he aprendido a pasar por las cosas y que las cosas pasen por mí con los menos desgarros posibles. Caminé por lugares donde me hubiera quedado, con gente a la que me hubiera aferrado, pero el Camino no lo permitía y le fui dócil. Luego el me compensó con el sentido de la libertad.
Soy una peregrina. Me acostumbré a deshacerme de mis expectativas como comprendí que lo mejor para cualquier viaje es ir ligero de equipaje. He aprendido a no esperar. A detenerme o avanzar. A apreciar sin intentar poseer. A agradecer más y a exigir menos. A incluirme en un “todo” que puede prescindir de mí, pero que me admite.
Soy una peregrina, y mi única presencia no me resulta desagradable, porque los bosques gallegos y los páramos castellanos me enseñaron el lenguaje en el que uno puedo dialogar consigo mismo. Y cuando tú eres tu único interlocutor y sólo te rodea el canto de un ave y la luz que te tamiza las hojas de un árbol, comienzas a seducirte, a aceptarte, a sentir una ternura inédita por ti mismo que te hace respirar hondo y comprender que una brisa, un sonido, un olor es la forma en la que el mundo te acaricia, porque le gustas, independientemente de lo que tú pienses de ti.
Soy una peregrina que supo que cuando se está cansado, basta con sentarse en el suelo, que cualquier sitio del mundo es tu lugar si tú quieres.
Soy una peregrina y ahora sé que el destino es la excusa para caminar, y que el camino es el texto y no el pretexto.
Soy una peregrina, golpeé el suelo con mi bordón hasta que uno y otro se aliaron para llevarme, porque uno y otro, bajo mis pies o entre mis manos, sabían más de mi misma que yo de ellos. Y siempre había un “más adelante”.
Soy una peregrina, pienso continuamente en volver al Camino pero mientras tanto, lo traduzco aquí, donde estén mis pies, algo que él me enseñó.
Sin exigir, sin aferrarme, deteniéndome o no, permitiendo que las cosas me quieran y correspondiéndolas… Siempre, más adelante, camines por donde camines, te espera el enigma de “la sonrisa de Daniel”

Escrito por La caminante a las 12:34 AM | Comentarios (6) | TrackBack

11 de Febrero 2005

¡AUTOAYÚDAME!

En mi calle hay una panadería que regenta un maduro matrimonio, Rafael y Concha. Ella siempre está sonríendo y él siempre está haciendo reír. Uno de los primeros días que entré, cuando recién había comprado mi casa, la pequeña panadería estaba llena de señoras apresuradas. En un momento dado, Rafael, proclama a la cliéntela: "¡Señoras, compren pan que el pan no engorda! y continuó atendiendo. Al rato volvió a repetir el mismo lema con entusiasmo, hasta que una clienta le hizo un comentario lógicamente escéptico. Rafael contestó muy digno: "Oiga señora, El Conde de Montecristo sólo tomaba pan y agua y estaba muy delgado."
A este sitio no se puede ir con prisas. Concha se detiene a preguntar a muchos de sus clientes por la salud o la familia. A mi hija la enseñó a comprobar lo que crecía midiéndose con el mostrador. A veces, es María la que detiene a Concha y le dice " Mira, ya me llega al cuello y al principio sólo se me veían los ojos". Entonces Concha deja de buscar el artículo que le han pedido y festeja con mi hija sus nuevos centímetros como si de un acontecimiento prodigioso se tratara, (y ciertamente lo es). Y luego le regala un chicle.
A veces, debido a lo pequeño del establecimiento y a la feliz parsimonia de los dueños, éste se llena de personas y algunas demuestran su impaciencia, porque creen no disponer de "tanto" tiempo. Un aeropuerto lo merece, una discoteca de moda lo merece, la taquilla de un estadio de fútbol lo merece, pero una humilde panadería de barrio, ellos creen que no. En una de esas ocasiones Rafael, mientras despachaba media docena de huevos, se dirige a los que allí estaban y les dice: "señores, para amenizar la espera vamos a cantar todos. Yo digo: -Qué barato vendo- y ustedes corean: -Que barato compro..-". Nadie atinó a cantar, porque todos los clientes, incluso los más impacientes, fueron presa de un ataque de risa. Parecen dos personas felices, al menos no parecen tristes y eso me llama la atención.
Cada vez veo más gente triste. Personas que con seguridad ingresan más dinero que Concha y Rafael, que tienen oficios más prestigiosos, menos edad e incluso posiblemente más salud y que dicen cosas como "todo me sale mal" o "no me siento bien"... Y esos son los que se expresan de una forma más evidente. También me sobresaltan frases como "necesito una pareja", "lo que me vendría bien es tener hijos" o "fijate si me lo pasé bien que me gasté tanto". Otros no dan ningún rodeo y dicen directamente "no me gusto".

Las librerías o internet se llenan de libros de autoayuda, de manuales para la satisfacción. Detrás de estos textos hay gente tan habilidosa como Daniel Goleman, Jorge Bucay, Lair Rivero o tan creativa como Paulo Coelho. Pero no me consta que ninguno de ellos haya indicado nada que no estuviera dicho ya desde siglos. Quizás este sea su talento. El mundo clásico ya se preocupó por la satisfacción y el bienestar de los seres humano. Los epicúreos, los cínicos, los escépticos, los estoicos, y el restos de escuela éticas propusieron fórmulas. Cristo también animaba a sus seguidores a cambiar sus ritmos de pensamientos. "Teneis que ser como ellos" decía mientra señalaba a los niños. Los herméticos buscaban las leyes universales que dieran sentido al desconcierto. Los sufíes musulmanes se han prodigados con cuentos explicativos y balsámicos. Los filósofos ilustrados desconfiaban de la civilización como fuente de bienestar y exculpaban a la naturaleza humana. Los primeros científicos que se ocuparon de la relación entre el cuerpo y la mente atendieron primero a los que sufrían, los histéricos y los alucinados...Después de tantos siglos sabemos de la naturaleza del átomo y del ADN, pero no qué hacer con nuestros días.
Goleman, que además de psicólogo era periodista ,fue oportuno. No inventó nada sino que recopiló todas las teorías que habían pasado por su columna científica en el New York Times para explicar a la gente por qué no se siente bien, y acuño el término "inteligencia emocional", la unica inteligencia en la que los animales parecen superarnos.. Y no digo yo que no sean soluciones válidas, como no digo que una infección no se pueda curar. Lo que digo es que lo mejor es que no hubiera epidemias.
Me gustaría que hablaran también los antropólogos y no sólo los psicólogos. Alguien debería empezar a tomarse esto en serio y levantar la voz sobre que tanto malestar no debe servir sólo para vender libros. No digo que urja más que el cancer, el sida o la falta de alimentos. Pero este malestar nos está queriendo decir algo. Cuando en nuestro cuerpo hay un dolor, éste nos avisa de una posible enfermedad. El dolor nos preserva. Pero si alguien hace del dolor un mercado. ..¿Que va a ser de nosotros?.
Respeto a todos los autores de autoayuda, pero cojo de la mano a mi hija y me la llevo a la tienda de mi calle para que aprenda como alguien parece feliz vendiendo pan o viendo crecer un niño detrás de un mostrador.

Escrito por La caminante a las 9:00 PM | Comentarios (7) | TrackBack

6 de Febrero 2005

Sexo explícito

Debería estar estudiando, pero a a ratos me vengo al ordenador a despejarme.
Me sigue fascinando este mundo de los blogs y a veces hago mis propios estudios. Me pregunté: ¿Que tienen en común las páginas más leídas?.Después de indagar, vislumbré este ranking: Sexo, humor y en tercer lugar buena literatura.
1.-SEXO.
En uno de mis post hablaba de "tanguitas" porque contaba que mi experiencia en un baño árabe en Rabat. Según un contador que me ayudó a colocar un amigo, es de los post más leído porque llegan a él con fórmulas como "mujeres tanguitas", "mujeres desnudas", "tanguitas pezones", Tanguitas húmedos", etc..
Todas esas palabras estaban e mi post, pero este no hablaba de sexo.

"Cuando comencé a rodear su glande con mi lengua, el musitó: puta..puta... Yo no me atrevía a alzar mis ojos. Me había propuesto llevar hasta el último extremo mi condición de sumisa. Sabía que aquella noche dormiría sobre la moqueta de la habitación del hotel, como una perra fiel, a los pies de mi amo.."

Ea! Así se convoca a medio mundo.

2.-HUMOR
Todo lo que se explique con humor está bendito, y yo lo entiendo. El sexo con practicarlo sin sentir la necesidad de andar contándolo ya me satisface. Pero el humor, señor mío, eso hay que compartirlo.

"Cuando empecé a rodear su glande con mi lengua, recordé de repente que tenía una cita pediente con el dentista por la movilidad de una de mis muelas y su sensibilidad al frío. Claro que este no era el caso, porque el aquella habitación de hotel sólo estaban fríos los botellines del minibar, y no mucho. Entonces dirigí la punta del capullo al lado más sano de mi dentadura mientras puse la cara de viciosa destendida más lograda que estaba a mi alcance. El musitó: puta.."
Parece ser que mezclar felaciones con circunstancias flacas y cotidianas gusta mucho. Nada que objetar...

3.-BUENA LITERATURA.
Merece la pena escudriñar para encontrarlos. Magníficos, nobles, desentendidos y nada pretenciosos, alejados de los botones de concursos de "el mejor blog del 2004", relajados con el diseño y con la informática utilitaria: enlances sindicaciones, etc, etc..) Curiosos, inquietos, contestatarios, sensibles, modestos, directos, audaces, conciliadores, con pocas visitas, sin contadores, con su verdad y sus ganas, sin máscaras, sin tribus, sin dogmas, con ideas, con cosas que contar. Estos son los que enlazaré cuando me enseñe mi Juan Antonio Medina, que está muy ocupado y que es uno de ellos.
Ellos heredarán la blogosfera.

Escrito por La caminante a las 12:04 AM | Comentarios (39) | TrackBack

4 de Febrero 2005

Teoría combinatoria

Que la gastronomía es una de mis pasiones ya lo he dicho. En definitiva soy adicta a las sensaciones, y las gastronomía las brinda, como otros ámbitos. De esos otros ámbitos no tengo inconveniente alguno, ni pudor, en hablar. Pero ahora quiero relatar esas combinaciones de bebida, comida y circunstancias de las que me siento honrada. Invito al lector a combinar y experimentar las dos primeras, la tercera sería impracticable si atendemos a los conceptos de "personal e intransferible". Es posible que algunas resulten convencionales, otras sublimes, otras extravagantes y otras de una obviedad pasmosa. Pero es que el mundo de las sensaciones es así.
Estas son:

-Mojama de Isla Cristina, almendra fritas con sal gorda y vino fino de Jerez muy frío. No recuerdo ni cuándo ni dónde ni cuántas veces lo he probado, Pero puedo afirmar que es un triunvirato muy logrado.

-Cava, catalán por supuesto, (si hubiero otro mejor, se sabría), "brut nature" con pan untado de mantequilla y caviar. Es un adecuada cena ligera, un perfecto preludio..

-Aceitunas "partías" aliñadas y mosto de Umbrete. Lo tomaba con mi padre cuando íbamos a comprar leña al Aljarafe. Ni las aceitunas ni el mosto tienen por qué estar muy fríos, pero el ambiente sí. Estos son frutos de invierno.

-Vino Moscatel de Córdoba con galletas Napolitanas. Tomadas a media tarde del viernes cuando no sé sabe si ha terminado la semana o empezado el fin de semana. Acompañar de una charla agradable delante de un documental de Historia de Aunacable.

-Cerveza del supermercado muy fría con rodajas de chorizo de pueblo del que se usa para guisar, al mediodía, cuando voy a casa de mi madre a comer y a la comida le falta un hervor. Mientras, le cuento mis cosas o le gasto bromas y ella ríe mirando para otro lado, porque siempre ha insisitido en ocultar su debilidad por mí.

-Potaje de garbanzos con whisky con los gitanos , de madrugada en la Feria de Sevilla. Sentada "arrecía" de frío en un rincón de una caseta. No me gusta el whisky pero si se anda con gitanos, tarde o temprano se acaba tomando garbanzos con whisky al amanercer.

-Pastelitos salados de hojaldre con jamón y queso o atún. Se prepara en la cocina mientras se ríe, se llora o se quiere con Juan Antonio Medina. Luego se comen.

-Queso al horno con orégano y vino de la denominación que toque con mi David, delante del ordenador, mientras nos bajamos nuestros últimos descubrimientos musicales y arreglamos una mijita el mundo.

-Tortilla de patatas en Madrid, Sevilla o Málaga, siempre con Tricia. ¿Con quién si no? ¡Ay , ese triángulo de las Bermudas!

-La "fina croqueta" y el Ribera del Duero en el Egaña Oriza, mientras se cotillea en clave sobre gente conocida de la ciudad con alguien inteligente e interesante.

-Bocadillo de tortilla de chorizo, café negro y orujo de hiebas, en el "Alto del Pollo", Camino de Santiago, a las nueve y media de la mañana. Nines tomaba esto mismo con vino tinto. Nines, eres la mejor.

-Cava con ostras para merendar en el barrio Gótico de Barcelona, con Olga Bertomeu, mi maestra y mi amiga.

-Pescado frito y vino blanco del Condado de Huelva con Sienna, mi negra amiga californiana, mientras planeamos en el Kiosko de las Flores, en calle Betis de Sevilla, un viaje a Nueva Orleans, cuna del blues y del vudú.

-Bandeja de dulces "arrimada" en un salón de una casa de Marruecos. "Yo los pruebo y tu te los comes, Macarena, que no quiero engordar". Todo acompañado de mucho té, para asombro de mis amigos marroquíes. "¡Mina! hazle más té a esta cristiana"

-Langostino flambeados con brandy a la brasa y Manzanilla perlada de frío con Carlos Herrera y Mariló Montero en la desembocadura del río Guadalquivir. Carlos Herrera es el mejor cocinero que he conocido después de mi padre.

- Anís del Mono con sandwhich de mortadela entre clase y clase cuando era muy joven y anárquica. De las dos condiciones, conservo la segunda. La combinación fue fortuíta y deliciosa. Probadla.

-Huevos fritos con jamón de Extremadura y vino de "Heredad de Barros", camino del Castillo de Tentudía, después de haber abrazado árboles con Jose María Maldonado y Geles.

-Galletas untadas de foiegras la Piara, al volver del colegio. La inventora del unguento fué mi hermana Meme. Desde entonces, siempre le hago caso.

-Churros de mi calle con ojitos hinchados de mi hija algún domingo por la mañana. Acompañar con Paladín espeso.

-Montaditos de anchoas con leche condensada en la "Flor de Toranzo" con mi gente de Canal Sur. (Luis Baras es un gran conversador, el mundo lo sabe)

-Tapa de "pijotas" fritas y botellín de cerveza en una bar de la calle Castilla, Sevilla, donde una vez me llevaron mis gitanos. En las trastienda había una especie de "capilla" dedicada a Camarón.

-Solomillo de cerdo en "Las golondrinas" con Hugo de Veró, intentandome meter mano. Cosa a la que nos tiene acostubrado a partir de la segunda copa, a pesar de ser gay.

-Los chicharrones del "Manteca" de Cádiz con el vino que él te aconseje. Todo siempre sobre papel, a poder ser en febrero, el mes más gaditano.

-La paletilla de bellota que me corta mi hermana pequeña ,Ia,(la cosa más bonita que he conocido junto con mi hija) en casa de mi madre, mientras me canta, me baila y me dice sarcasmos. La suelo tomar partida de risa con lo que haya abierto en ese momento. Por cierto, la corta muy bien...

Escrito por La caminante a las 11:41 PM | Comentarios (8) | TrackBack

Ese murmullo de ciudad.

Faltaban 20 minutos para las 3 de la tarde cuando supe que había ganado una plaza fija en oposición, concretamente mi propio puesto de trabajo que ocupaba circunstancialmente desde hacía algunos años en una empresa pública. De esto hace unos tres años.
Me he acordado hoy de ese episodio, hablando con un amigo por teléfono de esos momentos en que hace falta ese otro, ese "tú" . Yo ya le había explicado que el momento de mayor soledad en mi vida fue uno de los momentos de mayor alegría. Las grandes verdades tienen la habilidad de expresarse de forma paradógica. Fue precisamente aquel día sobre las tres de la tarde, en un aparcamiento...
Aquel proceso fue fatigoso y tenso. Teníamos que competir por diez puestos de trabajo medio centenar de personas de las cuales la mayoría ya los ocupábamos. Esos recuerdos no se borrarán nunca. Certificados con los que elaborar el concurso de méritos, apuntes con los que preparar el temario y tiempo para arremeter contra el reto. Recuedo a mi hija en la bañera, salpicádome de espuma mientra yo sentada en el suelo del baño,vigilándola, intentaba memorizar la configuración administrativa de mi país y mi comunidad autónoma, con los apuntes mojados.
También recuerdo la mañana que desperté en un hotel de Málaga, con Pepa a mi lado mientras sonaba la música clásica a modo de despertador en el televisor de la habitación y yo le decía: "Ahora mismo empieza el día en el que yo voy a aprobar estas oposiciones"; la máñana que nos examinamos.
Un día, poco antes de las tres de la tarde supe que lo había conseguido. Primero llamé a mi madre y sentí una aguda satisfacción por ese tono, mezcla de entusiasmo y alivio visceralmente sincero, con el que ella recibió la noticia.
Salí del edificio llena de euforia, y me dirigí al aparcamiento. Al cerrar el coche, las ondas de sonido materializaron esa ausencia. Se oía,desde el otro lado del río, ese rumor amortiguado por el silencio del vehículo. Estuve delante del volante, inmovil, unos minutos sin saber qué hacer con mi alegría, como colocarla en ese espeso silencio que se subrayaba con ese murmullo de ciudad. Y en esa cápsula sonora, no sé cuantos minutos transcurrieron, hasta que arranqué y seguí adelante.

Escrito por La caminante a las 12:04 AM | Comentarios (2) | TrackBack