Soy una peregrina. Cuando comencé este blog quedaban pocos días para que iniciara el Camino de Santiago, por ese lo llame “La caminante”.
La condición de peregrino es algo muy determinado. Cuando uno opta por ser un peregrino todos los ángulos de la vida se convierten. Se puede ser peregrino de diversas maneras. A mí me hizo peregrina el Camino de Santiago. Y no hay momento de esta vida, a partir de entonces, en el que pierda mi condición de peregrina.
Soy una peregrina, he aprendido a pasar por las cosas y que las cosas pasen por mí con los menos desgarros posibles. Caminé por lugares donde me hubiera quedado, con gente a la que me hubiera aferrado, pero el Camino no lo permitía y le fui dócil. Luego el me compensó con el sentido de la libertad.
Soy una peregrina. Me acostumbré a deshacerme de mis expectativas como comprendí que lo mejor para cualquier viaje es ir ligero de equipaje. He aprendido a no esperar. A detenerme o avanzar. A apreciar sin intentar poseer. A agradecer más y a exigir menos. A incluirme en un “todo” que puede prescindir de mí, pero que me admite.
Soy una peregrina, y mi única presencia no me resulta desagradable, porque los bosques gallegos y los páramos castellanos me enseñaron el lenguaje en el que uno puedo dialogar consigo mismo. Y cuando tú eres tu único interlocutor y sólo te rodea el canto de un ave y la luz que te tamiza las hojas de un árbol, comienzas a seducirte, a aceptarte, a sentir una ternura inédita por ti mismo que te hace respirar hondo y comprender que una brisa, un sonido, un olor es la forma en la que el mundo te acaricia, porque le gustas, independientemente de lo que tú pienses de ti.
Soy una peregrina que supo que cuando se está cansado, basta con sentarse en el suelo, que cualquier sitio del mundo es tu lugar si tú quieres.
Soy una peregrina y ahora sé que el destino es la excusa para caminar, y que el camino es el texto y no el pretexto.
Soy una peregrina, golpeé el suelo con mi bordón hasta que uno y otro se aliaron para llevarme, porque uno y otro, bajo mis pies o entre mis manos, sabían más de mi misma que yo de ellos. Y siempre había un “más adelante”.
Soy una peregrina, pienso continuamente en volver al Camino pero mientras tanto, lo traduzco aquí, donde estén mis pies, algo que él me enseñó.
Sin exigir, sin aferrarme, deteniéndome o no, permitiendo que las cosas me quieran y correspondiéndolas… Siempre, más adelante, camines por donde camines, te espera el enigma de “la sonrisa de Daniel”

Soy una peregrina. Cuando comencé este blog quedaban pocos días para que iniciara el Camino de Santiago, por ese lo llame “La caminante”.
La condición de peregrino es algo muy determinado. Cuando uno opta por ser un peregrino todos los ángulos de la vida se convierten. Se puede ser peregrino de diversas maneras. A mí me hizo peregrina el Camino de Santiago. Y no hay momento de esta vida, a partir de entonces, en el que pierda mi condición de peregrina.
Soy una peregrina, he aprendido a pasar por las cosas y que las cosas pasen por mí con los menos desgarros posibles. Caminé por lugares donde me hubiera quedado, con gente a la que me hubiera aferrado, pero el Camino no lo permitía y le fui dócil. Luego el me compensó con el sentido de la libertad.
Soy una peregrina. Me acostumbré a deshacerme de mis expectativas como comprendí que lo mejor para cualquier viaje es ir ligero de equipaje. He aprendido a no esperar. A detenerme o avanzar. A apreciar sin intentar poseer. A agradecer más y a exigir menos. A incluirme en un “todo” que puede prescindir de mí, pero que me admite.
Soy una peregrina, y mi única presencia no me resulta desagradable, porque los bosques gallegos y los páramos castellanos me enseñaron el lenguaje en el que uno puedo dialogar consigo mismo. Y cuando tú eres tu único interlocutor y sólo te rodea el canto de un ave y la luz que te tamiza las hojas de un árbol, comienzas a seducirte, a aceptarte, a sentir una ternura inédita por ti mismo que te hace respirar hondo y comprender que una brisa, un sonido, un olor es la forma en la que el mundo te acaricia, porque le gustas, independientemente de lo que tú pienses de ti.
Soy una peregrina que supo que cuando se está cansado, basta con sentarse en el suelo, que cualquier sitio del mundo es tu lugar si tú quieres.
Soy una peregrina y ahora sé que el destino es la excusa para caminar, y que el camino es el texto y no el pretexto.
Soy una peregrina, golpeé el suelo con mi bordón hasta que uno y otro se aliaron para llevarme, porque uno y otro, bajo mis pies o entre mis manos, sabían más de mi misma que yo de ellos. Y siempre había un “más adelante”.
Soy una peregrina, pienso continuamente en volver al Camino pero mientras tanto, lo traduzco aquí, donde estén mis pies, algo que él me enseñó.
Sin exigir, sin aferrarme, deteniéndome o no, permitiendo que las cosas me quieran y correspondiéndolas… Siempre, más adelante, camines por donde camines, te espera el enigma de “la sonrisa de Daniel”

La caminante: Soy una peregrina.

13 de Febrero 2005

Soy una peregrina.

Soy una peregrina. Cuando comencé este blog quedaban pocos días para que iniciara el Camino de Santiago, por ese lo llame “La caminante”.
La condición de peregrino es algo muy determinado. Cuando uno opta por ser un peregrino todos los ángulos de la vida se convierten. Se puede ser peregrino de diversas maneras. A mí me hizo peregrina el Camino de Santiago. Y no hay momento de esta vida, a partir de entonces, en el que pierda mi condición de peregrina.
Soy una peregrina, he aprendido a pasar por las cosas y que las cosas pasen por mí con los menos desgarros posibles. Caminé por lugares donde me hubiera quedado, con gente a la que me hubiera aferrado, pero el Camino no lo permitía y le fui dócil. Luego el me compensó con el sentido de la libertad.
Soy una peregrina. Me acostumbré a deshacerme de mis expectativas como comprendí que lo mejor para cualquier viaje es ir ligero de equipaje. He aprendido a no esperar. A detenerme o avanzar. A apreciar sin intentar poseer. A agradecer más y a exigir menos. A incluirme en un “todo” que puede prescindir de mí, pero que me admite.
Soy una peregrina, y mi única presencia no me resulta desagradable, porque los bosques gallegos y los páramos castellanos me enseñaron el lenguaje en el que uno puedo dialogar consigo mismo. Y cuando tú eres tu único interlocutor y sólo te rodea el canto de un ave y la luz que te tamiza las hojas de un árbol, comienzas a seducirte, a aceptarte, a sentir una ternura inédita por ti mismo que te hace respirar hondo y comprender que una brisa, un sonido, un olor es la forma en la que el mundo te acaricia, porque le gustas, independientemente de lo que tú pienses de ti.
Soy una peregrina que supo que cuando se está cansado, basta con sentarse en el suelo, que cualquier sitio del mundo es tu lugar si tú quieres.
Soy una peregrina y ahora sé que el destino es la excusa para caminar, y que el camino es el texto y no el pretexto.
Soy una peregrina, golpeé el suelo con mi bordón hasta que uno y otro se aliaron para llevarme, porque uno y otro, bajo mis pies o entre mis manos, sabían más de mi misma que yo de ellos. Y siempre había un “más adelante”.
Soy una peregrina, pienso continuamente en volver al Camino pero mientras tanto, lo traduzco aquí, donde estén mis pies, algo que él me enseñó.
Sin exigir, sin aferrarme, deteniéndome o no, permitiendo que las cosas me quieran y correspondiéndolas… Siempre, más adelante, camines por donde camines, te espera el enigma de “la sonrisa de Daniel”

Escrito por La caminante a las 13 de Febrero 2005 a las 12:34 AM | TrackBack
Comentarios

Hola Mercedes, todas la spersonas que he oído hablar del Camino de Santiago hablan maravillas. Yo nunca he sido peregrina de nada, sin embargo muchas de las cosas que dices en tu post, me suenan demasiado, quizás la peregrinación no está en el camino, sino en la mente. Si entras en ella y caminas encuentras muchas cosas maravillosas. De todas maneras la primavera pasada estuve en Galicia, en Santiago, no como peregrina, sino como devota y algo mágico pasa allí, te diré que el sonido de las campanas despertó en mi pecho algo que llevaba dormido mucho tiempo y el canto de la misa y el Botafumeiro al son de las gaitas terminó de romper el hielo que aun perduraba en mi corazón.
Un beso

Escrito por Trini a las 13 de Febrero 2005 a las 01:26 PM

Yo este verano me fui de Interrail a Italia con una amiga. Aprendimos a disfrutar cada segundo de nuestro viaje, a improvisar, a conocernos, a querernos más, a atrapar el momento y a no guardar nada para mañana porque mañana será otro día... y en Roma, cansadísimas después de haber visto de todo, llegamos a una iglesia, nos descalzamos sobre el mármol helado y escondimos las botas y los calcetines detrás de una columna... ahí me sentí tan peregrina...

Escrito por cris a las 13 de Febrero 2005 a las 02:07 PM

Anda! Pues pasarás por mi pueblín (Sahagún). No he hecho el Camino de Santiago -aún- Pero todo el mundo queda encantado. Suerte!

Escrito por christian a las 13 de Febrero 2005 a las 04:55 PM

El Camino de Santiago es algo que me gustaria hacer, y despues de leer lo que dices, aun me apetece mas!!
La verdad es que de cada viaje que se hace en la vida, aprendes algo nuevo

Escrito por Toni a las 14 de Febrero 2005 a las 02:40 PM

Eres mucho Mercedes, con alma de peregrina, mucho.

Besos

Escrito por mICrO a las 15 de Febrero 2005 a las 04:26 PM
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