En mi calle hay una panadería que regenta un maduro matrimonio, Rafael y Concha. Ella siempre está sonríendo y él siempre está haciendo reír. Uno de los primeros días que entré, cuando recién había comprado mi casa, la pequeña panadería estaba llena de señoras apresuradas. En un momento dado, Rafael, proclama a la cliéntela: "¡Señoras, compren pan que el pan no engorda! y continuó atendiendo. Al rato volvió a repetir el mismo lema con entusiasmo, hasta que una clienta le hizo un comentario lógicamente escéptico. Rafael contestó muy digno: "Oiga señora, El Conde de Montecristo sólo tomaba pan y agua y estaba muy delgado."
A este sitio no se puede ir con prisas. Concha se detiene a preguntar a muchos de sus clientes por la salud o la familia. A mi hija la enseñó a comprobar lo que crecía midiéndose con el mostrador. A veces, es María la que detiene a Concha y le dice " Mira, ya me llega al cuello y al principio sólo se me veían los ojos". Entonces Concha deja de buscar el artículo que le han pedido y festeja con mi hija sus nuevos centímetros como si de un acontecimiento prodigioso se tratara, (y ciertamente lo es). Y luego le regala un chicle.
A veces, debido a lo pequeño del establecimiento y a la feliz parsimonia de los dueños, éste se llena de personas y algunas demuestran su impaciencia, porque creen no disponer de "tanto" tiempo. Un aeropuerto lo merece, una discoteca de moda lo merece, la taquilla de un estadio de fútbol lo merece, pero una humilde panadería de barrio, ellos creen que no. En una de esas ocasiones Rafael, mientras despachaba media docena de huevos, se dirige a los que allí estaban y les dice: "señores, para amenizar la espera vamos a cantar todos. Yo digo: -Qué barato vendo- y ustedes corean: -Que barato compro..-". Nadie atinó a cantar, porque todos los clientes, incluso los más impacientes, fueron presa de un ataque de risa. Parecen dos personas felices, al menos no parecen tristes y eso me llama la atención.
Cada vez veo más gente triste. Personas que con seguridad ingresan más dinero que Concha y Rafael, que tienen oficios más prestigiosos, menos edad e incluso posiblemente más salud y que dicen cosas como "todo me sale mal" o "no me siento bien"... Y esos son los que se expresan de una forma más evidente. También me sobresaltan frases como "necesito una pareja", "lo que me vendría bien es tener hijos" o "fijate si me lo pasé bien que me gasté tanto". Otros no dan ningún rodeo y dicen directamente "no me gusto".
Las librerías o internet se llenan de libros de autoayuda, de manuales para la satisfacción. Detrás de estos textos hay gente tan habilidosa como Daniel Goleman, Jorge Bucay, Lair Rivero o tan creativa como Paulo Coelho. Pero no me consta que ninguno de ellos haya indicado nada que no estuviera dicho ya desde siglos. Quizás este sea su talento. El mundo clásico ya se preocupó por la satisfacción y el bienestar de los seres humano. Los epicúreos, los cínicos, los escépticos, los estoicos, y el restos de escuela éticas propusieron fórmulas. Cristo también animaba a sus seguidores a cambiar sus ritmos de pensamientos. "Teneis que ser como ellos" decía mientra señalaba a los niños. Los herméticos buscaban las leyes universales que dieran sentido al desconcierto. Los sufíes musulmanes se han prodigados con cuentos explicativos y balsámicos. Los filósofos ilustrados desconfiaban de la civilización como fuente de bienestar y exculpaban a la naturaleza humana. Los primeros científicos que se ocuparon de la relación entre el cuerpo y la mente atendieron primero a los que sufrían, los histéricos y los alucinados...Después de tantos siglos sabemos de la naturaleza del átomo y del ADN, pero no qué hacer con nuestros días.
Goleman, que además de psicólogo era periodista ,fue oportuno. No inventó nada sino que recopiló todas las teorías que habían pasado por su columna científica en el New York Times para explicar a la gente por qué no se siente bien, y acuño el término "inteligencia emocional", la unica inteligencia en la que los animales parecen superarnos.. Y no digo yo que no sean soluciones válidas, como no digo que una infección no se pueda curar. Lo que digo es que lo mejor es que no hubiera epidemias.
Me gustaría que hablaran también los antropólogos y no sólo los psicólogos. Alguien debería empezar a tomarse esto en serio y levantar la voz sobre que tanto malestar no debe servir sólo para vender libros. No digo que urja más que el cancer, el sida o la falta de alimentos. Pero este malestar nos está queriendo decir algo. Cuando en nuestro cuerpo hay un dolor, éste nos avisa de una posible enfermedad. El dolor nos preserva. Pero si alguien hace del dolor un mercado. ..¿Que va a ser de nosotros?.
Respeto a todos los autores de autoayuda, pero cojo de la mano a mi hija y me la llevo a la tienda de mi calle para que aprenda como alguien parece feliz vendiendo pan o viendo crecer un niño detrás de un mostrador.
En mi calle hay una panadería que regenta un maduro matrimonio, Rafael y Concha. Ella siempre está sonríendo y él siempre está haciendo reír. Uno de los primeros días que entré, cuando recién había comprado mi casa, la pequeña panadería estaba llena de señoras apresuradas. En un momento dado, Rafael, proclama a la cliéntela: "¡Señoras, compren pan que el pan no engorda! y continuó atendiendo. Al rato volvió a repetir el mismo lema con entusiasmo, hasta que una clienta le hizo un comentario lógicamente escéptico. Rafael contestó muy digno: "Oiga señora, El Conde de Montecristo sólo tomaba pan y agua y estaba muy delgado."
A este sitio no se puede ir con prisas. Concha se detiene a preguntar a muchos de sus clientes por la salud o la familia. A mi hija la enseñó a comprobar lo que crecía midiéndose con el mostrador. A veces, es María la que detiene a Concha y le dice " Mira, ya me llega al cuello y al principio sólo se me veían los ojos". Entonces Concha deja de buscar el artículo que le han pedido y festeja con mi hija sus nuevos centímetros como si de un acontecimiento prodigioso se tratara, (y ciertamente lo es). Y luego le regala un chicle.
A veces, debido a lo pequeño del establecimiento y a la feliz parsimonia de los dueños, éste se llena de personas y algunas demuestran su impaciencia, porque creen no disponer de "tanto" tiempo. Un aeropuerto lo merece, una discoteca de moda lo merece, la taquilla de un estadio de fútbol lo merece, pero una humilde panadería de barrio, ellos creen que no. En una de esas ocasiones Rafael, mientras despachaba media docena de huevos, se dirige a los que allí estaban y les dice: "señores, para amenizar la espera vamos a cantar todos. Yo digo: -Qué barato vendo- y ustedes corean: -Que barato compro..-". Nadie atinó a cantar, porque todos los clientes, incluso los más impacientes, fueron presa de un ataque de risa. Parecen dos personas felices, al menos no parecen tristes y eso me llama la atención.
Cada vez veo más gente triste. Personas que con seguridad ingresan más dinero que Concha y Rafael, que tienen oficios más prestigiosos, menos edad e incluso posiblemente más salud y que dicen cosas como "todo me sale mal" o "no me siento bien"... Y esos son los que se expresan de una forma más evidente. También me sobresaltan frases como "necesito una pareja", "lo que me vendría bien es tener hijos" o "fijate si me lo pasé bien que me gasté tanto". Otros no dan ningún rodeo y dicen directamente "no me gusto".
Las librerías o internet se llenan de libros de autoayuda, de manuales para la satisfacción. Detrás de estos textos hay gente tan habilidosa como Daniel Goleman, Jorge Bucay, Lair Rivero o tan creativa como Paulo Coelho. Pero no me consta que ninguno de ellos haya indicado nada que no estuviera dicho ya desde siglos. Quizás este sea su talento. El mundo clásico ya se preocupó por la satisfacción y el bienestar de los seres humano. Los epicúreos, los cínicos, los escépticos, los estoicos, y el restos de escuela éticas propusieron fórmulas. Cristo también animaba a sus seguidores a cambiar sus ritmos de pensamientos. "Teneis que ser como ellos" decía mientra señalaba a los niños. Los herméticos buscaban las leyes universales que dieran sentido al desconcierto. Los sufíes musulmanes se han prodigados con cuentos explicativos y balsámicos. Los filósofos ilustrados desconfiaban de la civilización como fuente de bienestar y exculpaban a la naturaleza humana. Los primeros científicos que se ocuparon de la relación entre el cuerpo y la mente atendieron primero a los que sufrían, los histéricos y los alucinados...Después de tantos siglos sabemos de la naturaleza del átomo y del ADN, pero no qué hacer con nuestros días.
Goleman, que además de psicólogo era periodista ,fue oportuno. No inventó nada sino que recopiló todas las teorías que habían pasado por su columna científica en el New York Times para explicar a la gente por qué no se siente bien, y acuño el término "inteligencia emocional", la unica inteligencia en la que los animales parecen superarnos.. Y no digo yo que no sean soluciones válidas, como no digo que una infección no se pueda curar. Lo que digo es que lo mejor es que no hubiera epidemias.
Me gustaría que hablaran también los antropólogos y no sólo los psicólogos. Alguien debería empezar a tomarse esto en serio y levantar la voz sobre que tanto malestar no debe servir sólo para vender libros. No digo que urja más que el cancer, el sida o la falta de alimentos. Pero este malestar nos está queriendo decir algo. Cuando en nuestro cuerpo hay un dolor, éste nos avisa de una posible enfermedad. El dolor nos preserva. Pero si alguien hace del dolor un mercado. ..¿Que va a ser de nosotros?.
Respeto a todos los autores de autoayuda, pero cojo de la mano a mi hija y me la llevo a la tienda de mi calle para que aprenda como alguien parece feliz vendiendo pan o viendo crecer un niño detrás de un mostrador.
En mi calle hay una panadería que regenta un maduro matrimonio, Rafael y Concha. Ella siempre está sonríendo y él siempre está haciendo reír. Uno de los primeros días que entré, cuando recién había comprado mi casa, la pequeña panadería estaba llena de señoras apresuradas. En un momento dado, Rafael, proclama a la cliéntela: "¡Señoras, compren pan que el pan no engorda! y continuó atendiendo. Al rato volvió a repetir el mismo lema con entusiasmo, hasta que una clienta le hizo un comentario lógicamente escéptico. Rafael contestó muy digno: "Oiga señora, El Conde de Montecristo sólo tomaba pan y agua y estaba muy delgado."
A este sitio no se puede ir con prisas. Concha se detiene a preguntar a muchos de sus clientes por la salud o la familia. A mi hija la enseñó a comprobar lo que crecía midiéndose con el mostrador. A veces, es María la que detiene a Concha y le dice " Mira, ya me llega al cuello y al principio sólo se me veían los ojos". Entonces Concha deja de buscar el artículo que le han pedido y festeja con mi hija sus nuevos centímetros como si de un acontecimiento prodigioso se tratara, (y ciertamente lo es). Y luego le regala un chicle.
A veces, debido a lo pequeño del establecimiento y a la feliz parsimonia de los dueños, éste se llena de personas y algunas demuestran su impaciencia, porque creen no disponer de "tanto" tiempo. Un aeropuerto lo merece, una discoteca de moda lo merece, la taquilla de un estadio de fútbol lo merece, pero una humilde panadería de barrio, ellos creen que no. En una de esas ocasiones Rafael, mientras despachaba media docena de huevos, se dirige a los que allí estaban y les dice: "señores, para amenizar la espera vamos a cantar todos. Yo digo: -Qué barato vendo- y ustedes corean: -Que barato compro..-". Nadie atinó a cantar, porque todos los clientes, incluso los más impacientes, fueron presa de un ataque de risa. Parecen dos personas felices, al menos no parecen tristes y eso me llama la atención.
Cada vez veo más gente triste. Personas que con seguridad ingresan más dinero que Concha y Rafael, que tienen oficios más prestigiosos, menos edad e incluso posiblemente más salud y que dicen cosas como "todo me sale mal" o "no me siento bien"... Y esos son los que se expresan de una forma más evidente. También me sobresaltan frases como "necesito una pareja", "lo que me vendría bien es tener hijos" o "fijate si me lo pasé bien que me gasté tanto". Otros no dan ningún rodeo y dicen directamente "no me gusto".
Las librerías o internet se llenan de libros de autoayuda, de manuales para la satisfacción. Detrás de estos textos hay gente tan habilidosa como Daniel Goleman, Jorge Bucay, Lair Rivero o tan creativa como Paulo Coelho. Pero no me consta que ninguno de ellos haya indicado nada que no estuviera dicho ya desde siglos. Quizás este sea su talento. El mundo clásico ya se preocupó por la satisfacción y el bienestar de los seres humano. Los epicúreos, los cínicos, los escépticos, los estoicos, y el restos de escuela éticas propusieron fórmulas. Cristo también animaba a sus seguidores a cambiar sus ritmos de pensamientos. "Teneis que ser como ellos" decía mientra señalaba a los niños. Los herméticos buscaban las leyes universales que dieran sentido al desconcierto. Los sufíes musulmanes se han prodigados con cuentos explicativos y balsámicos. Los filósofos ilustrados desconfiaban de la civilización como fuente de bienestar y exculpaban a la naturaleza humana. Los primeros científicos que se ocuparon de la relación entre el cuerpo y la mente atendieron primero a los que sufrían, los histéricos y los alucinados...Después de tantos siglos sabemos de la naturaleza del átomo y del ADN, pero no qué hacer con nuestros días.
Goleman, que además de psicólogo era periodista ,fue oportuno. No inventó nada sino que recopiló todas las teorías que habían pasado por su columna científica en el New York Times para explicar a la gente por qué no se siente bien, y acuño el término "inteligencia emocional", la unica inteligencia en la que los animales parecen superarnos.. Y no digo yo que no sean soluciones válidas, como no digo que una infección no se pueda curar. Lo que digo es que lo mejor es que no hubiera epidemias.
Me gustaría que hablaran también los antropólogos y no sólo los psicólogos. Alguien debería empezar a tomarse esto en serio y levantar la voz sobre que tanto malestar no debe servir sólo para vender libros. No digo que urja más que el cancer, el sida o la falta de alimentos. Pero este malestar nos está queriendo decir algo. Cuando en nuestro cuerpo hay un dolor, éste nos avisa de una posible enfermedad. El dolor nos preserva. Pero si alguien hace del dolor un mercado. ..¿Que va a ser de nosotros?.
Respeto a todos los autores de autoayuda, pero cojo de la mano a mi hija y me la llevo a la tienda de mi calle para que aprenda como alguien parece feliz vendiendo pan o viendo crecer un niño detrás de un mostrador.
Es muy bonito lo que cuentas y muy cierto.Gracias por escribir.
Besos.
osti muy chulo, pero podrías poner algún punto y aparte de vez en cuando? es que se hace difícil leerlo...
un saludo
Escrito por osiris a las 12 de Febrero 2005 a las 11:58 AMEl otro día se me ocurrio una frase, supongo que no será mía y que la saque de algun recuerdo, pero dentro del contexto de aquella conversación resultó muy acertada era algo asi como:
Una vez que se está despierto, no se puede volver a estar dormido.
Y asi me siento muchas veces, una vez que sabes lo que es la felicidad, o el amor, o la amistad verdadera. Entonces tantas cosas te parecen tan superflueas, tan como decirlo sin erir a nadie, tan imnecesarias, que nos damos cuenta que al menos ahora ya no dormimos, o no en todo.
Yo soy feliz, lo soy por mi y creo que no podria a volver a hacerme el dormido.
Siempre me iluminas Mercedes, siempre.
Besos
Escrito por mICrO a las 12 de Febrero 2005 a las 03:21 PMHola Merdedes, he paseado por tu Blog y he leido tu magnifico Post, y qué real es. Cuanto tiempo perdemos en banalidades. Si lo pensasemos bien, cuantas cosas más veriamos y por su puesto seríamos intensamente más felices.
Yo creo que tanta prisa está aligerando el tiempo. Hasta la rueda de los días parece que vuele.
A veces, ha de pasar algo drástico en nuestra vida para que se abran nuestros ojos y desde luego tomar el mejor camino. Cuando escucho a mis amigas hablar de tantas horas de trabajo de tanto stress, les digo -Parad, parad, que el cuerpo tiene unos limites. En fin que a veces parece que hablas a las rocas pues no te oyen y para colmo te acaban mirando de mala manera.
Pues nada Mercedes que me alegro de que tú tengas los ojos abiertos y que enseñes a tu hija que, ese es el camino y no otro.
Gracias por tu comentario en mi Blog y sí, es cierto, Internet tiene cosas buenas, como poder conocer a gente como tú y como muchas más que hubiesen quedado perdidas para mi en circunstancias normales.
Un beso y no te preocupes si tardas en poner mi enlace en tu Blog, con que me leas de vez en cuando es suficiente. Besos
Un comentario muy bueno y acertado, no podria opninar en otro sentido, por que las verdades son duras y crudas.
En ocasiones, al menos a mi me pasa, se necesita dar un paso a tras y mirar en perspectiva lo que te rodea: padres, pareja, amigos, hijos.. lo que tengas, para asi poder apreciarlo en su justa medida.
Mucho ánimo, y adelante en tus paseos con tu hija, hoy serán tu mejor presente, y mañana, su mejor recuerdo.
Escrito por Cervero a las 25 de Febrero 2005 a las 01:57 PMbusco a alguien que quiera tener sexo conmigo,no importa edad fisico o color(solo mujeres)comunicate con migo elburro1982@univision.com
Escrito por juan a las 13 de Mayo 2007 a las 04:28 AMbusco a alguien que quiera tener sexo conmigo,no importa edad fisico o color(solo mujeres)comunicate con migo elburro1982@univision.com
Escrito por juan a las 13 de Mayo 2007 a las 04:29 AM