4 de Febrero 2005

Ese murmullo de ciudad.

Faltaban 20 minutos para las 3 de la tarde cuando supe que había ganado una plaza fija en oposición, concretamente mi propio puesto de trabajo que ocupaba circunstancialmente desde hacía algunos años en una empresa pública. De esto hace unos tres años.
Me he acordado hoy de ese episodio, hablando con un amigo por teléfono de esos momentos en que hace falta ese otro, ese "tú" . Yo ya le había explicado que el momento de mayor soledad en mi vida fue uno de los momentos de mayor alegría. Las grandes verdades tienen la habilidad de expresarse de forma paradógica. Fue precisamente aquel día sobre las tres de la tarde, en un aparcamiento...
Aquel proceso fue fatigoso y tenso. Teníamos que competir por diez puestos de trabajo medio centenar de personas de las cuales la mayoría ya los ocupábamos. Esos recuerdos no se borrarán nunca. Certificados con los que elaborar el concurso de méritos, apuntes con los que preparar el temario y tiempo para arremeter contra el reto. Recuedo a mi hija en la bañera, salpicádome de espuma mientra yo sentada en el suelo del baño,vigilándola, intentaba memorizar la configuración administrativa de mi país y mi comunidad autónoma, con los apuntes mojados.
También recuerdo la mañana que desperté en un hotel de Málaga, con Pepa a mi lado mientras sonaba la música clásica a modo de despertador en el televisor de la habitación y yo le decía: "Ahora mismo empieza el día en el que yo voy a aprobar estas oposiciones"; la máñana que nos examinamos.
Un día, poco antes de las tres de la tarde supe que lo había conseguido. Primero llamé a mi madre y sentí una aguda satisfacción por ese tono, mezcla de entusiasmo y alivio visceralmente sincero, con el que ella recibió la noticia.
Salí del edificio llena de euforia, y me dirigí al aparcamiento. Al cerrar el coche, las ondas de sonido materializaron esa ausencia. Se oía,desde el otro lado del río, ese rumor amortiguado por el silencio del vehículo. Estuve delante del volante, inmovil, unos minutos sin saber qué hacer con mi alegría, como colocarla en ese espeso silencio que se subrayaba con ese murmullo de ciudad. Y en esa cápsula sonora, no sé cuantos minutos transcurrieron, hasta que arranqué y seguí adelante.

Escrito por La caminante a las 4 de Febrero 2005 a las 12:04 AM | TrackBack
Comentarios

Es curioso, verdad? tienes razon que muchas veces, en los momentos de maxima felicidad, cuando consigues algo tan esperado...te sientes solo o no sabes como compartir esa alegria con los demas

Escrito por Toni a las 10 de Febrero 2005 a las 11:54 AM
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