Sus penas y alegrías me llegan como ráfagas repentinas, de vez en cuando, como las de todos mis amigos; esa prodigiosa cosecha de mi vida que hoy por hoy cuento entre lo mejor de mi patrimonio. Juan Antonio, como todos ellos, está sometido a los vaivenes de la vida, y en medio de este oleaje, a veces, alcanzamos a darnos la mano, a mirarnos a los ojos.
Él fue el que me dijo, cuando le comenté el bien que me hacía disponer del blog, que escribiera para mí, sólo para mí. "Escribe lo que quieres leer". Me lo ha dicho esta misma tarde, el día después de enterarme que su trabajo peligra. Cuando Juan me señala los baches de su corazón, yo le saco todo los mapas posibles y entre los dos siempre buscamos atajos. Tarde o temprano él se orienta. Ese cerebro circunvolucionado supongo hasta el extremo, como corresponde a las mentes inteligentes, encierra la brújula verdadera, la que señala siempre a la luz. Cuando las cosas son tan circunstanciales como un empleo que se puede perder con bastante posibilidad, tengo que bajar mis brazos impotentes.
No me gusta sentir mis manos inútiles, por eso, hoy que les encomendaba cosas que no estaban a su alcance, me acordé de la recomendación del propio Juan. "Escribe lo que tú quieres leer".
Hoy quiero leer sobre Juan Antonio, por eso voy a escribir sobre él.
No recuerdo la primera vez que le ví, quizá porque sí recuerdo la primera vez que le oí....
Pero sí guardo una sucesión de imágenes que sólo nos pertenecen a él y a mi.
Una tarde en la estación de Santa Justa, Sevilla, venía desde un tren y su silueta traía los brazos que yo necesitaba. Ese mismo fin de semana, en un supermercado de mi barrio, delante de las conservas, mi mal momento se desplomó sobre mí, de repente. Me quedé inmovilizada, delante de la melva canutera y de la caballa en aceite, con la mirada perdida, desvalida y derrotada, sin aliento y sin palabras. Una mano apretando mi codo lo convirtió en una Babel donde todas las frases tenían el mismo significado: "te comprendo". Escogí el bonito del norte y unas láminas de hojaldre congelado. Luego, en mi casa, se convertirían en unos pastelitos salados de amistad rellenos de conversación y aderezados con risas y lagrimones. Esos famosos pastelitos...
Nos recuerdo a los dos con María, mi hija, de entonces 6 años, en el intermedio del musical "La Bella y la Bestia", ella hablando con su padre por un móvil mientras contaba que "había llegado una vieja que a un muchacho le ha dado muchas vueltas y lo ha convertido en un monstruo" y Juán, al lado, desfondándose de risa. Luego, a la salida, Madrid nos esperaba a los tres, con su tarde-noche llena de luces, de taxis ocupados, de croasanes inflamados y colacaos calentitos...
Y también Málaga; los "camperos" en el barrio de la Luz, las confidencias pornográficas en una bodega llena de toneles de vino, David cantando canciones del grupo "Triana", de madrugada por el pasillo de tu piso, rasgeando una guitarra que no sabía tocar, mientras yo le gritaba desde la cama: ¡cuarteleeerooo!. Y la tarde siguiente, (porque para los crápulas no hay "mañana siguiente") veíamos "Entrevista con el vampiro" en tu ordenador remoloneando en un sofá.
¿Y te acuerdas de aquella noche con Morgan Franklin y Patricia, en mi habitación, mirando las fotos digitales en el ordenador, aumentando los pixeles para ver las entradas de la falta de tinte en la cabeza de una conocida, mientras, (Según narraba luego Capenter, o sea, Morgan), yo me retorcía en mi cama diciendo "es horrorossso"? ¿Fue esa noche cuando mi vecina de abajo la arremetió con su escoba (instrumento de bruja, lo dice la cultura) contra su techo que era mi suelo, tales eran las carcajadas?
Y más momentos.. Y los que vendrán si tu y yo queremos. Y nos volverán a mandar a callar, a Dios pongo por testigo, con escobas o con cañones, porque pienso reirme contigo hasta molestar, como nos hemos reído siempre.
Sí, es verdad, eres especial. Te-ha-to-ca-do....
Lo del trabajo será pasajero, y mientras dure, haremos lo que podamos. Pero te tocó ser especial, cielo, y ahí sí que no puedo hacer nada. Me imagino tu peso y yo también te aprieto el codo si quieres.. pero nada que hacer ante tu mente y tu sensibilidad. Sólo quitarme el sombrero que nunca me pongo, contarlas entre mis tesoros, entre mis botines preciados y arrimarlas a mi vida todo lo que mi talento dé de sí. Y el día que lleves bien eso de ser especial o encuentres un compañera a la altura de ello, por favor, elige entre estas tres ciudades para la borrachera: Madrid, Sevilla, Málaga.. Ninguna más me sirve. Estas son las nuestras.
Mercedes me dejas sin palabras, justo en unos días en las que me falta, en las que no escribo ni para mi mismo porque me encuentro un poco saturado de mi propio pensamiento, pero hoy quiero hacer un esfuerzo, porque tu lo vales, porque yo que he añorado tanto el amor, el cariño, los momentos especiales y la vida con sentimiento, siento que los mejores de todos estos han llegado sobre todo de la mano de mis amigos, de aquellos que me han visto crecer por fuera y también por dentro.
Porque es así, porque eres una persona que enriquece la vida de los demás, porque contigo he aprendido tantas cosas, algunas sobre mi mismo, algunas sin que me las digas, algunas en silencio y para mí; No puedo mas que sentirme afortunado de aquel día que coincidimos, en tantas de nuestras facetas, que nos enganchamos como dos manos que se cierran apretadas entre los dedos, como lazos que unen almas sinceras que se han encontrado y con el sabor de fondo el de las cosas que no se dicen pero se saben, que nos abraza por dentro y que ciertamente si nos hace sentir especiales.
Ya sabes que lo que dije hace poco sobre esa expresión, y pese a que reniegue de ella y no quiera verla mas, aceptare que tu me la digas, porque se que cuando lo haces, lo dices como si yo te lo dijera a ti misma y eso sabemos lo que vale, tu y yo, lo sabemos.
Pese a que no todo vaya mal, tengo unos amigos que valen "Lo ma grande", espero algún día estar a la altura.
Escrito por mICrO a las 21 de Enero 2005 a las 11:05 AMTe podría decir mil cosas, Mercedes García. Pero ninguna de ellas expresaría un porcentaje suficiente de lo que mereces. Sólo el abrazo que, por la distancia que nos separa, se queda en intención.
Escrito por Carpenter a las 21 de Enero 2005 a las 12:51 PMHaz caso a la Caminante Juan, ella sabe lo que dice. Pena que los Kms siempre sean tan puñeteros a la hora de "actuar", pero el triángulo de las Bermudas es fuerte y resistente ya lo verás.
:****
Escrito por Saharawy a las 21 de Enero 2005 a las 02:22 PMSencillamente genial. Sentiros afortunados los dos, porque eso que teneis, está por encima de cualquier otra cosa.
Escrito por calsetines a las 22 de Enero 2005 a las 01:05 PMEsta caminante tuya es sabia, Juan...
Precioso post,niña.
Un abrazo a los dos.
Escrito por Poledra a las 23 de Enero 2005 a las 09:13 PM