Creces oyendo que debes ser modesta, que la humildad dignifica y la sensillez embellece y resulta que si tu no te das a valer, no te respeta nadie.
Creces oyendo que debes prepararte en los estudios para llegar lejos en la vida, que una carrera universitaria te garantizará un nivel económico... para desmentirlo el día que comparas la factura de un fontanero o un técnico en instalaciones con tu sueldo de licenciado.
Creces oyendo que debes tener credibilidad ante los que te rodean, que tu palabra debe ser fíable y tu honor sagrado... y algún día te das cuenta que prosperan aquellos que mienten, seducen, engatusan o desconciertan y que la verdad te hace libre, pero también te expone.
Creces oyendo que "la bellezá está en el interior" para comprobar que tu mundo no está interesado en la belleza, sino en el exterior, sea como sea...
Creces oyendo que lo pobres son buenos porque pasan hambre para luego sospechar que los pobres pasan hambre porque no son de los malos.
Creces creyendo que el "importante" es el "mejor", para vislumbrar alguna vez que el "importante" es más hábil o tiene mejor suerte... o las dos cosas....y nada más.
Creces creyendo que la justicia asiste siempre, para descubrir que de lo que disponemos en todo momento es de la circunstacia; y que la justicia es ocasional , espóntanea y por tanto, preciosa.
Creces oyendo que los antes era mejor, para evidenciar alguna vez, que para mal o para bien, nada se detiene, ni es bueno que lo haga.
Creces oyendo que debes ser decente para ser elegida. Y luego la más puta te lo quita..
Y si "oyes creciendo "que te lo ganas en la cama", probablemente se lo lleve al altar una "estrecha".
¿Y su hubiera sido...sorda...?
No lo veo tan negro pero sé que tengo que hacerlo. Hay algún detalle en mi vida que crea la necesidad de que lo haga por lo que pueda pasar, (que desgraciadamente, poder, puede).
Tengo que hacer testamento.
Y aparte de destalles económicos y legales, aprovecharé para dictar algunas últimas voluntades como ésta:
"Pido ser incinerada y que mis cenizas sean entrerradas en el solar que ahora es la casa de campo de mi madre. Quiero que entierren mis restos en un arriate, bajo una planta de marihuana.
Como ignoro cómo será al momento de mi muerte la situación legal de este cultivo y sus frutos ni cuanto de comprometedor será este deseo para mis afectos, dejo este testimonio de ultimas voluntades como documento que certifique que la marihuana no sería cultivada con ánimo de consumo, (ni de la que suscribe, porque será inviable, ni por sus dolientes, espero que por falta de estómago.
Y si incluso así, algún allegado quisiera consumir parte de la planta, ... se tuviera en cuenta su dolor.
Por otro lado, este deseo tiene un sólo sentido estratégico, puesto que conociendo los gustos florales de mi madre y no siendo descartable de manera alguna que yo falleciera antes que ella, me aseguro de que no halla una planta similar; lo que garantizará a mis descendientes encontrar con rapidez y certeza el lugar donde honrar mi memoria y no acabar llorando sobre una buganvilla.
Es importante que transmita a mis afectos que cuando me recuerden y se pregunten como aguanté esta vida tan dura e intensa que llevé, acudan al lugar de mi reposo, a encontrar respuestas."
Pero si en medio de la noche me doy la vuelta y mi nariz y su nuez coinciden, y yo beso su clavícula, y él murmura palabras inconexas mientras rodea con un brazo tenso mi cintura, y me cobija bajo su costado a la vez que ordena mi pelo para que no le haga cosquilla en su nariz..entonces..., sé que es él.
El obrero miraba la concha marina sobre la mesa de la cómoda cada noche.
Era similar a las que se ven en las campanas de las chimeneas de las casas de campo, a pesar de su voluta deteriorada.
La encontró cuando examinaba un viejo cascajar cerca de Shrewsbury.
No estaba dispuesto a venderla, pese a que el joven Charles le comentó que Sedgwick opinaba que habría sido depositada por alguien en el hoyo. Lo que no le contó Charles es que Sedgwick añadió que, si en verdad hubiera estado enterrada allí, sería el mayor infurtunio para la geología, pues echaría abajo todo lo conocido sobre los depositos superficiales de la región de los Midlands.
De cualquier forma, Charles insistió en comprársela y a a pesar de la simpatía que sentía por aquel joven extraño que atravesaba en línea recta las montañas de Barmouth ayudado de una brújula y un mapa, el obrero rechazó la oferta.
Charles comprendía al obrero pero no a Sedgwick, que no demostró placer en un hecho tan maravillosos como era descubrir una concha tropical en la superficie, en medio de Inglaterra.
El obrero compartía la fascinación de Charles por la concha pero no comprendía sus motivos. Sobre todo cuando en ocasiones, el joven Darwin musitaba, mientras rozaba sus yemas sobre la superficie satinada del nácar, palabras como: "ningun libro científico me ha demostrado de la misma forma que tú, que la ciencia consiste en agrupar datos para poder extraer conclusiones..."