29 de Junio 2007

Elogio del triste

Adolfo Suárez, que fue presidente hace bastantes años del gobierno de España sigue viviendo, pero de una forma rara, tan rara que la ”mayoría”, (concepto que le asistió y le abandonó en su momento) conviene que tiene alguna enfermedad.
A Adolfo Suárez se le atribuye una enfermedad degenerativa, aunque algún médico cercano a él ha apuntado la posibilidad de una serie de ictus cerebrales que sucedieron en la etapa de la larga y mortal enfermedad de su esposa. Entonces, según eso, no sería ninguna programación aberrante de su organismo sino unas simples heridas, porque lo que un ictus deja en el cerebro es eso: heridas. Adolfo Suárez tendría, de ser esta interpretación cierta, un cerebro dañado.
Algunos presidentes españoles de las últimas décadas han hecho grandes esfuerzos o imprudencias por formar parte de los libros de textos de los españoles futuros. El papel tosco de los periódicos o la futilidad digital no satisfacen a algunos egos. Nada como la superficie satinada de un libro de texto o de una mente crédula para perpetuarse.
Nuestros hijos, nuestros nietos, leerán alguna mañana cansina y común del futuro que alguien se hizo cargo de un momento de sus pasado y le salió bien. Y no sabremos si lo podrán agradecer, si interpretarán cómo ese momento de entonces ha instalado su presente. Ni siquiera nosotros, que fuimos testigos, lo vemos nítido aunque sepamos con más o menos certeza que aquello podría haber sido mejor o peor, pero que tal como ocurrió, fue importante. Ni siquiera a él, que tuvo que ponerse en el centro de esta historia, le sirve ahora. No vive como un ex presidente, porque sólo pasea, lee, contempla la televisión y no opina. Ergo, tiene que estar enfermo, dicen…
Cuando los científicos, (unos de los primeros Darwin), se preguntaron para qué servían las emociones, interpretaron que para sobrevivir. El miedo nos impulsa a huir, la ira a enfrentarnos, el asco a seleccionar, la sorpresa a atender… La mayoría de nuestras emociones nos cuidan. ¿Pero y la tristeza? ¿Para qué sirve la tristeza? ¿De qué sirve una emoción que provoca que estemos inactivos, inapetentes, faltos de concentración, confusos, inútiles,…? ¿En qué nos habilita la tristeza?.
La tristeza es una emoción compleja para mentes complejas. Una referencia terrible para el que no está triste, incomprensible para el que no la desea, pero una opción para demasiados, cosa que siempre nos deja perplejos. Los estudiosos de la mente y de la vida señalan que si existe, es por algo. Apuntan a una misión reintegradora del ser, a una proceso regenerativo de la persona. Pero eso sería cuando la tristeza está sólo de paso.
Cuando vemos alrededor la tristeza como un modus vivendi, como una opción, como un ejercicio, aludimos al dios de la ciencia o al mismo Dios, porque nos parece incongruente esa forma de estar vivos. Pero sin embargo existe..
Vivir no es cualquier cosa. Cierto es que habita en nosotros un impulso que no sólo nos lleva a mantenernos con vida, sino a procurar la mejor de las vidas. Lo primero es mucho más fácil que lo segundo aunque nos parezca más importante
Vivir lo mejor posible es un esfuerzo que no siempre tiene por que tener sentido. Las condiciones llamadas infrahumanas no requieren una vida mejor sino una vida llevadera. Una “vida mejor” en una abstracción implacable tanto como imprecisa. Un concepto tan exigente del que no nos tendríamos que extrañar que se pudiera renegar. La mejor de las vidas no existe, sólo exista la vida. Empeñarnos en modelar algo tan indómito es condenarnos al cansancio. Pero lo llamativo no es que nos cansemos o no, sino que no queramos que se canse nadie, que no admitamos la soberanía del cansancio.
No vivimos en una cultura donde estar triste esté bien visto, ni vivimos de forma que nos evite estarlo
No señalo la tristeza como algo deseable sino como algo natural.
Solo pido que respetemos a los que están tristes, aunque nosotros tengamos el privilegio de no estarlo. Que convivamos con esa libertad extraña de vivir al ralentí sin la exigencia del gozo, del triunfo, de la prosperidad. Que dejemos de llamar enfermos a los que no viven a cuenta del porvenir. Pueden que sean otra especie, pero están tan vivos como nosotros, (incluso a su pesar), y tan presentes como nuestras ansias, las mismas que nos arriman a ese territorio común de la tristeza cuando nos descuidamos o las cosas no nos salen como pretendemos. Quizás tengamos que aprender algo de ellos, aunque por estar tristes, no nos parezcan útiles. La diferencia entre ellos y nosotros es que mientras les reclamamos que deseen lo mismo a lo que aspiramos, ellos no se ocuparían jamás en exigirnos nada.

Escrito por La caminante a las 11:35 PM | Comentarios (1) | TrackBack

10 de Junio 2007

No hagas nada

No hagas nada.
Permite que las nubes tengan forma de nube.
Mira a la sota de copas y comprueba que sólo es la sota de copas sobre un cartón.
Vive los minutos no decisivos, que son tuyos y regalados.
Hazte el muerto, si no quieres ahogarte.
Convalece si te duele.
No hagas nada, no te defiendas, no te justifiques..
no te vendas por 30 monedas.
No ofertes tu alma ni al diablo ni al pregonero.
No especules, no tases, no regatees;
porque el que tiene la última palabra no tiene ni más ni menos que una palabra sin respuesta..
una palabra estéril.
No cierres los paréntesis, ni impongas tus interrogantes.
Todas las preguntas albergan su contestación
Algunos diálogos son monólogos vestidos de urgencia.
No te salves, no te proclames, no te impongas,
si quieres ser verdaderamente soberano
No alquiles dolores de otros, por muy bella que sea su música:
tu dolor es sordo, aunque no mudo..
Cuando no quieras ser el centro del mundo, toda la brisa se dirigirá hacia tu rostro
y sólo cuado no la exijas, la podrás agradecer.
La brisa no merece menos gratitud que tú.
Desea para cada molécula el bien que reclamas, y ellas se dispondrán como vehículo.
Ayuda a Dios a ayudarte.

Escrito por La caminante a las 5:07 PM | Comentarios (2) | TrackBack

2 de Junio 2007

Diez mil

Diez mil palabras desfilando,
Al sólo alcance de mis yemas.
Diez mil palabras confundidas..
Diez mil palabras dispuestas a descubrime diez mil verdades ocultas,
Diez mil razones únicas como moléculas. como diez mil gotas singulares.
Palabras deslumbrantes con diez mil incandescencias.
Escaleras , laderas, cauces, esquinas de diez mil palabras.
Diez mil decisiones fortuítas, diez mil casualidades
que se pueden pronunciar.
Diez mil silencios en blanco, diez mil espacios, diez mil puntos supensivos
Diez mil formar de atrapar aquello que me debo. Diez mil de ellas y yo, combatiendo.
De mil en mil, trampas de nombres comunes y números ordinales.
Diez mil hablando por mí, diez mil letras para mi nombre.
Legiones insurrectas a diez mil revoluciones.
De diez en diez, miles de dolores cotidianos, de suspiros que podrían ser el útimo..y no lo son.
Diez mil de mundos posibles cada día, a cada hora,
que me llaman al orden.
Diez mil minutos a cuenta,
Ceros y unos haciendo diez mil, para que haya un primero y un último,
para mi dedo índice....

Escribí este poema hace dos meses, pero es hoy cuando lo publico, no sé por qué..

Escrito por La caminante a las 2:43 AM | Comentarios (2) | TrackBack