I've seen things
you people wouldn't believe.
Attack ships on fire
off the shoulder of Orion.
I watched C-beams
glitter in the darkness
at Tannhäuser Gate.
He visto cosas que podría ver cualquiera. Cosas pequeñas y cosas grandes, únicas o comunes, exuberantes o discretas...pero singulares a mis ojos.
He visto el abismo de agua de una playa de noche, de niña, cuando mi padre me enseñaba como es un bohemio auténtico. He visto un magnífico río rojo en la Huelva minera. La sombra caprichosa de las cortinas en el fondo de mi cuarto. He contemplado la anarquía de los pliegues de un vestido tirado en una silla. He observado a los caracoles subir pacientemente por las paredes de un temible fregadero. La silueta de una salamanquesa aferrada a una pared blanca en verano. Me he asomado muchas veces a las luces de colores que refleja el río que pasa por mi ciudad, cuando volvía por el puente que me llevaba a mi barrio. He presenciado en ocasiones, el sol dejandose vencer sobre Doñana desde Sanlúcar de Barrameda. Las luces nocturnas, como luciérnagas, de un aeropuerto al aterrizar. El color electrizante de un paritorio y luego un pequeño rostro pringoso y apretado, bello para mi como nada.. He asistido a los aguaceros de abril, las gotas contra las piedras y el espejo sucio de los charcos. He visto a los gitanos estirar sus brazos hacia el cielo y zapatear la tierra que nunca desean poseer. Ví amanercer en muchas ciudades pero en ninguna como Madrid, aquella vez. Me han envuelto los espaparates en Navidad, agarrada a una mano pequeñita, enfundada en lana.
Un sinuoso gato gris sobre una azotea blanca. Los colores del arcoiris en una pompa de jabón. la silueta de un cuerpo desnudo en la noche. La primera sonrisa de un ser humano. La última mirada de otro. La estrella fugaces y los neones intermitentes. Las imprevisibles manchas de humedad de una casa antigua. Las aleatorias formas de las nubes blancas y la potente sombra de una nube gris. La seducción de un pastel tras de un cristal. La blancura de la primera página del cuaderno que se estrena. La luz tamizada en una estación de tren. Suaves gusanos de seda en toscas cajas de zapato. Flores perladas de lluvia. El calor reverberando en una carretera del Sur. La penumbra de una glesia vacía. Las esquinas rizadas de las fotos viejas...
Compartimos con los mamíferos la ansiedad por separación. La estrenamos a la salida de unos brazos cuando aún no conocemos nuestro nombre. Cuando aún no hemos aprendido a andar ya sabemos aferrarnos.
Con nuestra especies amigas creemos que compartimos las capacidades y en realidad nos unen las debilidades. Los perros, los caballos, los gatos,los delfines.. nos hacen gestos amistosos y nuestra ternura condescendiente construye el resto del vínculo. Nosotros aplicamos categorías y ellos ni se preocupan. A ellos les basta la caricia y algun brindis de seguridad. Nosotros editamos enciclopedias que también nos traquilizan.
Los cetáceos enferman de soledad y encayan en playas donde les esperan alguna vez las atónitas miradas de los humanos. Los gatos casi siempre vuelven de los tejados, aunque sea, también, para morir...
El resto es circular y buscarse. La biología escribe sus propios poemas.
Luis, Marisa y Susana han llegado desde Italia en su rulot a la casa de mi madre. Hoy han venido todos a la ciudad desde el Aljarafe a picar conmigo por la noche porque mañana trabajo temprano. Hasta mi madre y mi hija han venido a cenar a "La gamba blanca" en mi propia calle. Los niños se han metido en el coche de mi hermana a dormir porque anoche se quedaron en la rulot y por supuesto, no durmieron. Italia está muy cara me cuentan. París también, me dicen cuando hablamos del viaje que haré a Eurodisney con mi hija en septiembre. Mientras, comemos gambas del Atlántico, jamón de Huelva, croquetas caseras, boquerones frescos de Málaga, salmorejo y cervezas muy frías en cristal muy fino. Nos sale todo por un precio asombrosamente razonable y acordamos que ya es hora de apreciar en qué país vivimos. Entonces hablamos de viajes. Susana, Luis y Marisa son madrileños. Marisa adora Galicia y Andalucía, Susana prefiere el País Vasco. Luis no dice nada. Les hablo de San Sebastián a Luis y Marisa que no lo conocen. "San Sebastián se mete por los ojos" les digo y ellos esperan un traducción porque "se mete por los ojos" debe ser una expresión que se circunscribe a la manera de hablar andaluza. Pero cuando les hablo de detalles de esa ciudad percibo que comprenden la expresión.
Hablamos de México. Susana dice que México huele y empezamos a hablar de olores de ciudades pero "La gamba blanca" tenía que cerrar
He vuelto a casa con el deseo de rememorar el olor de algunas ciudades y de todas las que conozco son dos las que insisten en mi memoria: Nueva York y Sevilla. Hay otras ciudades que huelen. Londres huele mucho, y Barcelona tiene un olor que me encanta. Pero en mi mente tengo esos dos olores de ciudad que como ningunos otros persisten. Nueva York huele dulce, al menos Manhattan. Es tremendamente dulce sin acidez alguna, como una vainilla envejecida matizada de gasolina y ambientador de hotel. Sevilla es cítrica al principio pero si respiras hondo te invaden detalles de flores pequeñas y piedra húmeda.
Ayer por la tarde estudiaba en el chalet de mi madre el parcial que me ha quedado para septiembre. "Desarrollo social" de Psicología Evolutiva. El caso es que me encanta este tomo y lo hubiera aprobado si el exámen no me hubiera coincidido con el mismo día que salía para el Camino de Santiago. Lo hice con la ropa de peregrina y no llevé el bordón y la mochila al examen porque mi hermana fue tan amable de esperarme en la puerta con ellos y llevarme a la estación. Pero no me concentré en el examen, ni los días anteriores cuando tenía que prepararlo. Ahora no tengo excusa..
Estaba ayer justo en el capítulo "Cultura y desarrollo" y Vygotsky le estaba ganando un pulso a Piaget porque el primero no buscaba una meta final del desarrollo, como el segundo, sino sus múltiples direcciones, las que permitían la mediación de los símbolos..
Mi madre y mi hermana me habían dejado sola con los niños que ya se estaban aburriendo de bañarse en la piscina. Se vienen conmigo y no me dejan estudiar, (ahora es Vygotsky el derrotado por los niños a los que tanto estudió).
Mi hija quiere un teléfono móvil y yo se lo he prometido para su cumpleaños a finales de septiembre. Voy a ceder por interés propio. Ya va a cumplir 10 años y empezará a ir sola al colegio que está cerca o a la academia de inglés donde he decicido que vaya algunas tardes. Ella quiere aprender francés que le gusta más pero ha comprendido mis argumentos para que le dé prioridad al inglés. No es tonta, basta con explicarle las cosas...
Quiere que el móvil que le compre pueda grabar voz para tener las señales de llamada personalizadas con la voz de quien le llame. Empiezo ya con el cachondeo diciendo que le voy a grabar una señal muy ordinaria: "Niñaaaaa, coge el teléfono ya, niiiiñaaaa", para que no sepa donde meterse cuando esté con las amigas o el niño que le guste. Ella me desafía y dice que no le importa. Jose Manuel, su primo de 7 años dice que le va a cantar la canción de Sin Chan: "Trompa, trompa, que pedazo de trompa, troooompaaa", cuando le llame. Ella encantada. También quiere que le grabe con mi voz el mensaje del contestador y empezamos a imaginar entre los tres, mensajes de canchondeo y empezamos a partirnos de la risa. Al final dimos con una fórmula que no revelaré para que no la copie nadie. Cuando su padre la llame y salte el contestador con mi voz haciendo el tonto, pensará que voy de mal en peor, pero no me importa. Luego se me ocurre decirle que la voy a putear y cuando ella no lo sepa le cambiaré el mensaje y diré "María está haciendo caca, y va a tardar un buen rato porque está muy estreñida, así que dime lo que quieres y yo se lo digo cuando acabe". "Mamaaaaaa" me contesta ella fingiendo indignación pero colorada de la risa. Su primo ha tirado la "game" y se revuelca, yo, por otro lado, me parto... Me dice que ella me va a hacer lo mismo a mí cuando no me dé cuenta. (Si se lo propone, aprende a cambiar mensajes de los contestadores y más cosas..). A ver, ¿que mensaje me vas a poner tú?, le reto. Piensa un poco conteniendo la risa y dice: "Hola, mi madre está en la cárcel y hasta el sábado no es el día de visitas. Dime lo que quieres y yo se lo digo cuando vaya a verla". Juaaaaaaa.... Los tres estamos que no podemos más de risa. A mí se me cae el libro al suelo y cuando voy a recogerlo veo que se ha abierto por el capítulo "Familia y desarrollo psicosocial". Prefiero no pensar. Que nada perturbe este momento.