9 de Septiembre 2005

Lentejas ecuménicas al estilo de José Luis. (El Camino V)

Se corta cebolla, pimiento, tomate, ajos y judías verdes.

“Mírala, ella no llora”, dice un joven peregrino en la cocina del albergue de Tosantos.
Me había tocado cortar la cebolla. Bastantes cebollas. Estábamos preparando lentejas para 26 personas. El resto de los cocineros voluntarios habían empezado a pestañear y lagrimear
“Ya lloraré. El que tenga alguna pena, que aproveche para desahogarse”. Le contesté.
“¿Dónde está el cura?” preguntó alguien.
“No es un cura” pensé para mis adentros, pero en realidad no lo sabía. Lo que si creía es que Jose Luis, el hospitalero de aquel albergue, era un religioso, una especie de fraile o algo así, pero no un cura.
“Estáis todos llorando” dijo José Luis cuando llegó a la cocina. “Todos no, ella no llora”, dijo algún peregrino refiriéndose a mí. “Lei non piange..” le tradujo o le comentó una señora italiana a su marido, que se quitaba una lágrima con el dorso de la mano, mientras ella me miraba de reojo.
Me empezó a entrar la risa floja; aquello parecía la escena de un libro de un autor latinoamericano. Agaché la cabeza para disimular y en el suelo había un conjunto de pies heridos, cubiertos de tintura de yodo y algunos incluso con algún vendaje; menos una par, los míos, intactos, sin asomo de erosión o de daño, después de caminar doscientos kilómetros durante varios días. Causas para ambos fenómenos las habría, pero yo no las conocías, así que levanté la cabeza rápido con cara de mosquita muerta y cerré los ojos fuerte mintiendo:”Ay, como pica…”

Se rehoga la verdura en una sartén con aceite mientras en una olla se pone agua a hervir con las lentejas y algo de laurel.

“Van a abrir la ermita de la Virgen para que la podáis visitar. Iros y yo continúo con las lentejas” dijo José Luis. Nosotros preferimos quedarnos con él en la cocina. Cuando estuvimos solos los tres, José Luis calentó café. En aquel sitio todo era gratis. Sólo te pedían ayuda para preparar la comida o recoger las colchonetas. Los alimentos se compran con los donativos que dejan los que pasaron antes. Cuando pasan muchos jóvenes o muchos extranjeros los donativos disminuyen.
José Luis pertenecía a la Tercera Orden Franciscana, la orden seglar.

Se trocea chorizo y panceta y se agrega a la sartén donde se rehogan las verduras….

“Aquí también se rezan las completas, seguimos las reglas de San Benito” y me recitó aquel precepto de abrir las puertas incluso a judíos, herejes, y profanos.
(Habla en plural y él está allí sólo)
“¿Y a agnósticos?. Yo soy agnóstica” Le digo mientras revuelvo la sartén.
“Yo también soy agnóstico”. Me responde. “Tu no afirmas, yo tampoco. Sólo creo”
Me quedé mirando con la espumadera en la mano y una sonrisa sorprendida. Sentí una punzada de admiración y recordé que aquel hombre seguía las enseñanzas de un santo que le hablaba a los pájaros.
“No tienes porque rezar, es voluntario” me aclara. “Aunque alguna vez ha participado algún musulmán”.
No es la primera vez que oía que algunos musulmanes habían hecho el Camino.
“Leemos las peticiones que dejan los peregrinos que han pasado antes y compartimos su peso. Las hay de todo tipo, y en muchos idiomas. Algunos nos piden que recemos porque no desarrollen el sida del que han sido infectados, otros por su familiar enfermo terminal, otros por su soledad, otros por sus culpas. Si participas, tendrás que leer alguna”
Y empezamos a pelar patatas…

Se vuelca las verduras rehogadas con el chorizo y la panceta. Se añaden patatas en trozos y se terminan de hacer a fuego lento.

Después de cenar subimos a un altillo de aquella vieja casa reformada. Sobre una moqueta leíamos aquellas penas que los peregrinos había dejado en una caja para que otras personas desconocidas las soportaran sólo un rato.
Mientras escuchaba alguna en alemán, supe que yo no tenía nada que añadir a aquella caja, nada serio, nada importante, nada que no le faltara el respeto a aquellas angustias verdaderas.
Me tocó leer:
“Durante mucho tiempo he engañado a mi mujer con otra mujer casada. Ahora todo se ha descubierto…
Pido perdón por el daño que hice y el odio que generé”
Y sentí una respetuosa y profunda compasión hacia aquel “culpable”. Todo los días le deseo suerte.


Escrito por La caminante a las 9 de Septiembre 2005 a las 12:19 AM | TrackBack
Comentarios

Ciertamente queda demostrado con estos posts que eres una auténtica Caminante que sabe disfrutar el trayecto.

Escrito por j-vol a las 14 de Septiembre 2005 a las 04:32 AM

Me gustan las lentejas asi, entreveradas de sofrito de vidilla...y el fraile menor, un sabio: Paz y Bien :)

Escrito por mOe:) a las 14 de Septiembre 2005 a las 03:11 PM

Acabo de hablar con Jose Luis, ahora esta en su casa, descansando de trabajar dias y dias seguidos para entre 40 y 50 personas en Julio 2006, cuando se esta agotado no se puede hacer hospitalidad de esta que aparece recogida en este comentario, ojala estuviera conectado a internet para leerlo él mismo. Quiza por suerte no lo esta. Ni lo necesite. Solo pido cariño para él, para que todos los dias pueda ofrecer esa acogida. Saludos

Escrito por Jose a las 22 de Agosto 2006 a las 03:33 PM
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?