Tengo un enemigo. Me espera todos los días en mi portal. No hay un día en el que no esté. Desde el principio, desde que llegué a esta casa. y quizás entonces fuera peor, mas feroz.
Acercarse a él siempre ha sido fatal. La mayoría de las veces trato de ignorarle. Cuando paso a su altura, acelero el paso y en ocasiones miro de reojo. Aprieto el culo y camino apresurada hasta la puerta del segundo portal mientra me hago la loca charlando con mi hija con voz estridente. Y si voy sola, incluso corro. A él le da igual. Sabe que tarde o temprano, tengo que acercarme, tengo que dejar que descargue sus golpes, sus zarandeos.. Lo peor es eso, saber que lo puedo postergar pero no evitar, que estoy obligada.
Aunque aparentemente también espera a mi hija, sé que a ella, de momento, no se ocupará de hacerle nada. Que su víctima soy yo.
Es conmigo con la que tiene terribles cuentas pendientes, esos tributos que me encadenan, para la que guarda sorpresas lacerantes.
Odio su aspecto gris, tan igual al resto. Odio esa boca semiabierta desafiante, tantos ángulos de cara y la frialdad de su tacto. Odio tener que verle todo los días. Pero no puedo hacer nada..
El otro día volvía del gimnasio con la frente húmeda y la cara enrojecida y me paré ante el, aprovechando que no me acompañaba mi hija. Me paré ante él, lo miré, suspiré y bajé los brazos como si repente pesaran cinco kilos más cada uno. Llegué a balbucear en voz alta. ¿Qué remedio queda?.
Entonces lo abrí, y efectivamente, fiel a su estilo, me arrojó a la mano el impuesto de circulación del coche. A esto siguió la factura del teléfono móvil, los extractos del banco, un folleto de una lavandería, la revista del Canal Plus, la letra de cuando le compré la Play Station y el televisor, en Urende, a plazos, a mi hija, etc..etc..
Sometida, resignada, volví a cerrarle, tan frío e implacable, indiferente, como siempre, a mi conmoción.
Un poco encorvada y ensimismada, camino por el partio de mi comunidad hasta el portal. Atrás se queda él, el buzón de correos, alineádo y alienado entre otros muchos, pero que guarda para mi sus sobresaltos exclusivos. Porque en eso sí se diferencia de los demás. Porque esas malas nuevas que minuciosamente recopila cada día, sólo a mí me incumben. Y aunque su dedicación, en los últimos seis años ha sido la más constante, forma parte de mi "ahora poca parte gris de mi vida".
Entre esos hombros vencidos, reconocía que "ordinario" es lo mínimo que se le puede llamar a lo que albergan esas entrañas.
Excelente post, paisana.
Escrito por danirmartin a las 30 de Abril 2005 a las 03:48 AMA mí el buzón no me asusta, pero sí me horrorizan los que están en la calle, esos cilindros amarillos con esa boca cubierta con un único labio. De facturas no sé nada. Mi padre sólo recibe cartas de estafadores y ladrones. O eso dice él cada vez que abre uno de los sobres, que son estafadores o ladrones.
Escrito por Sebastian a las 30 de Abril 2005 a las 03:07 PMPeor sería no tener buzón y que dejen tus secretos esparcidos por debajo de una puerta o arrugados entre los barrotes de la misma.;))
Escrito por J-vol a las 30 de Abril 2005 a las 03:25 PMDesde luego hija que imaginación aunque pensandolo bien... a mi este mes ya me han cargado 3 facturas que no debo pagar, ya sabes el otro enemigo nacional, las compañias telefonicas ,te das de baja de alguna y es algo inutil has de cargar con ese lastre de por vida o llamas a la guadaña del defensor del consumidor. Vamos como diria mi abuela "Más pesao que un querío"Leáse Wanadoo.
Besos
Escrito por Trini a las 30 de Abril 2005 a las 06:55 PMEse mismo ordinario es el que a veces, aunque sean las menos, tambien te trae las noticias de los amigos lejanos y el cariño que te tienen.
Pobre buzón que desde que existe el e-mail ha quedado relegado sólo para las cosas desagradables privándole de la espectación con la que antiguamente se acercaba uno a él esperando que llegase esa carta tan ansiada.
Quizá tendríamos nosotros que volver a las viejas costumbres del sobre y el papel para quitarle ese papel tan desagradable al que le hemos condenado.
Debe ser que yo aún creo en las cartas, aunque sean más lentas que los mail y no siempre lleguen a su destino, pues el buzón aún me reserva sorpresas agradables... No sólo para pagar facturas vive el hombre :) Besos
Escrito por Aurora a las 1 de Mayo 2005 a las 01:00 PMSi, yo creo que el buzón es también una de esas cosas que al principio te hace gracia, cuando eres joven te encanta recibir cartas, porque casi siempre son "buenas notícias", pero con el tiempo, en fin...que yo seguro que también acabaré odiándolo...
Escrito por evoluciones a las 1 de Mayo 2005 a las 01:37 PMSi puedes contacta conmigo. Gracias
Escrito por yael a las 2 de Mayo 2005 a las 10:43 PMSales muy bien por la TV... ;)
Escrito por Nube a las 2 de Mayo 2005 a las 10:46 PMMercedes tras leer este tu post me puse a pensar en lo contrario, en el "correo extraordinario" y me puse a escribir algo, claro que como siempre la Prosa invade mis relatos... en fin que algo ha salido y lo he editado y por supuesto te lo he dedicado a ti.
Espero que te guste. Besos
Un saludo desde el gallinero.
Sigo atento.
Vaya, tienes razón, yo también le tengo miedo. Solo cuentas y cuentas.
Besos.
Escrito por Viento Nocurno a las 3 de Mayo 2005 a las 09:10 PMaysss yo e sq tenemos portero y ta bien enseñado, cuando tiene cartas, las q son de publicidad las tiras ya por orden anterior mia, las q son particulares me avisa para q vaya a por ellas rapidito y als facturas me las da poco a poco pa no asustarme, jajaja
Besitos salados de CHOI
Mi buzón, fielmente custodiado por mi perro cumpliendo su cometido de azote de los carteros, también se empeña periodicamente en darme disgustos, como impuestos, facturas y, sobre todo, multas de aparcamiento en zona verde/azul que espero que alguna vez archiven antes de decidir sustraerme sus importes de mi famélica cuenta corriente.
En fin... creo que voy a mirar si en Ikea venden algun modelo de buzón que destruya automáticamente todo lo que no me guste.
Escrito por PaNoRaMiX a las 3 de Mayo 2005 a las 10:28 PM