16 de Marzo 2005

Manipuladora

-"Va a sonar la campana"- Le murmuraba al compañero de pupitre, por debajo del estridente canturreo: "Cinco por cinco, veinticinco. Cinco por seis, treinta"...
Y justo cuando el me miraba intrigado ésta sonaba. Luego el estruendo de niños jubilosos que guardaban los estuches de lápices de colores en el pupitre y colgaban, casi al vuelo, el babi en el perchero lo culminaba todo y bájabamos como a presión por las escaleras hacia la calle sin escuchar, como siempre, las ultimas recomendaciones de la señorita María Dolores.
Entonces, había clases por la tarde. Conocí el concepto "sopor" antes que la palabra, sobre todo en el último trimestre, gobernado por el calor de las tardes del Sur.
Sucesivas tarde después yo seguía anunciando el momento exacto en que iba a sonar la campana y mi compañero advertía a los del alrededor que ya nos ibamos. "Tres por siete, veintiuna. Tres por ocho, veinticuatro".. -"Que dice que ya va sonar"- y siempre el repique en el patio justo en el momento y la posterior algarabia. Una tarde, después de trotar escalera abajo como potrillos, uno de los niños me preguntó -"¿Por qué sabes cuando va a tocar la campana"?.
No teníamos reloj. Era inútil, la mayoría no sabíamos leer las horas. Teniámos seis años. Otra niña contestó por mí antes de que me diera tiempo a organizar como explicarlo. -Es mágica-. En ese momento, por un circuito de ideas de mi cabeza, elegí la más traviesa. -Si, soy una maga- , dije justo cuando mi madre me cogía de la mano en la puerta para llevarme a casa y mi hermano empezaba a chincharme, dándome con la cartera en las piernas.
Ya estaba terminando el curso, faltaban pocos días, los suficentes para que a partir de media tarde, los niños me preguntaran una y otra vez: ¿Va a sonar la campana ya?, "Haz magia para que suene". "No, todavía no" contestaba yo, y nadie me discutía porque no querían saber hasta donde llegaba mi magia. Cuando sabía que ya iba a sonar decía muy solemne. "Ahora, ahora viene la magia" y el sonido confirmaba el pronóstico
En alquel tiempo, y por muchos años posteriores me aburría mucho en clase, pero aquel curso tuve la fortuna de que mi asiento estaba justo al lado de la ventana. Desde mi ventana solo se veía la fachada del edificio de enfrente y un trozo de cielo, porque aquel era un pequeño colegio urbano. De esa fachada sólo divisaba un balcón que me aprendí de memoria de tanto observarlo: los barrotes, los geranios, los visillos de encajes.. Y la sombra del balcón sobre la fachada. Un angulo oscuro que iba desplazándose y prolongándose lentamente a lo largo de la tarde hasta que su vértice alcanzaba un desconchado de la pared, momento que coincidía, casi siempre de forma puntual con el sonido metálico del fin de las clases. Aquel fue mi primer reloj.
El curso siguiente cambié de colegio.

Escrito por La caminante a las 16 de Marzo 2005 a las 09:59 PM | TrackBack
Comentarios

Pues leyendote he hecho memoria y he recordado quién me enseñó a mirar y entender las horas. Recuerdo una cama, una vecina, mayor que yo algunos años, no sé que hacía yo en su habitación sentada en su cama, quizás estuviese enferma y fui a visitarla. la paciencia que tuvo para enseñarme...
¡Jope! Mercedes vaya recuerdos que me has traído esta tarde...


PD: Mercedes, yo tambien me tiro a las izquierdas, pero a mi me gusta la Semana Santa no participo sino como espectadora de calle y hay cosas que no comparto de los circulos cerrados capillisticos; pero si me gusta esta fiesta que se aproxima.
Estoy preparando un Post sobre ella, a riesgo de que me acusen de querer ser el ombligo del mundo como más de una vez nos han tachado a los sevillanos... El Rocío como que no, la feria tampoco, pero oír la música de tambores y cornetas, el sonido de de las bambalinas en los varales y el racheo de los pies de los costaleros bajo un paso de me pone. Me sucede lo mismo que cuando oí en Santiago repicar las campanas o mecerse el Botafumeiro...

Un beso Mercedes
PD: he puesto un post sobre el agua que iba desde Tomares a Triana, niña casualidades de la vida que hemos bebido la misma agua al menos nuestras abuelas jajajja.

Escrito por Trini a las 17 de Marzo 2005 a las 08:20 PM

Me encantó tu historia. Los viejos tiempos de la escuela y de las tablas de multiplicar. Que tiempos aquellos!!!.

Sigues haciendo magia.

Te dejo un beso

Escrito por Viento Nocurno a las 18 de Marzo 2005 a las 06:16 AM

¿Y cómo es que aprobaste, si te dedicabas a mirar un balcón? ¿O es que durante los exámenes tu vista pasaba del balcón soleado a la chuleta iluminatoria?

Escrito por Wally Week a las 18 de Marzo 2005 a las 12:37 PM

Has utilizado las palabras mágicas, maga caminante: estuches, lápices, babi ...
Y yo me he visto, de repente y en estado de shock, sentado en mi viejo pupitre, tan viejo que sus maderas olían a mar, recitando la tabla de multiplicar.
Y te tengo que agradecer que, en este mundo mercantil, me hayas hecho evocar esos dormidos sentimientos ... gratis. Snif, smuacs ...
Un besazo de lujo, Walker

Escrito por dockof a las 23 de Marzo 2005 a las 12:55 PM

¡Precioso!.

Escrito por cyránobix a las 23 de Marzo 2005 a las 01:58 PM

yu temm pedro m ti ajmu

Escrito por el pipi@ a las 19 de Enero 2007 a las 02:41 AM
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