Leo que el Consejo de Ministros ha aprobado más de medio centenar de medidas para promover la igualdad de la mujer. Leo por encima, y el persistente matiz proteccionista envuelve a estas medidas. Incentivos para la incorporación de la mujer a altos cargos empresariales, por ejemplo. Después de recorrer el largo camino de la preparación y la lucha cotidiana, constará que el gobierno te proteje o que tu empresa está "comprada" para promocionarte. Y no niego la buena voluntad, señalo la falta de perspectiva. Cuando los índices de éxito académico de las universitarias española desmienten toda desventaja intelectual de las mujeres respecto a los hombres, y eso no se ve reflejado en el mercado profesional es que alguien se equivoca y mucho. Disuadir al equivocado con "premios" es esquivocarse más aún. Si a las empresas se las estimula economicamente para reconocer la eficacia de una mujer, no reconocerlo del todo les va a resultar siempre rentable.
La cuestión es mucho más profunda y más urgente. Es la doble moral, la hipocresía social, la estulticia, las que hacen necesarias medidas para las mujeres de una país occidental como España. Se nos llena la boca de superioridad con respecto al mundo musulmán y su trato a la mujer, (que no aplaudo). Pensamos que el hecho de que la mujer española trabaje en la calle con desventaja, en la casa con dedicación, use su libertad sexual para ponerse en el punto de mira de cualquiera que quiera opinar y esté obligada a cumplir metas estéticas, biológicas y sentimentales con una exigencia casi patológica es fruto de la conquista de la igualdad que avala la progresía más ilusa. Y luego nos sentimos jueces incuestionables con un "quíteme de allá esos velos". Lo dicho, estulticia, y más estulticia.
En la televisión de la España del siglo XXI se le pregunta a cualquier starlette de ocasión, con ánimo inquisidor, si es cierto que se ha acostado con algún futbolista o varios. A los susodichos, el mismo hecho les honra, y se les calcula su virilidad por los diámetros de sus novia y sus amantes, como si de ganado se tratara. Y nadie dice nada. Las feministas beligerantes hicieron tanto el tonto con su indiscriminada guerra sin cuartel que arrojaron por el desague de la histeria muchos argumentos aún necesarios.
La mujer no es víctima del hombre. La mujer es víctima del hombre y de la mujer. Es víctima de esas mujeres que hacen uso de la unión conyugal como si de un plan de pensiones se tratara, y que se vuelven repentinamente tradicionales y desvalidas ante un juez de familia, reclamando custodias y pensiones alimenticias en nombre de su indefensión femenina. Somo víctimas de la falsa prepotencia de las "señoras de", que suscriben su igualdad en un mundo cómodo, pero que son suspicaces y murmuradoras con la libertad de acción de otras, que algunas de ellas ya quisieran para sí y sus cuerpos. Somos víctimas de las ambiciosas que ven embellecidos a los caballeros por su dinero o poder, o ambas cosas. De las pusilánimes que ven en los hombres apoyos, catapultas, refugios, dignidades, metas.. De las políticas oportunistas que hacen de la proverbial desventaja de su género una carrera. De las periodistas cotillas que señalan en otras que lo que ocultarían de sí mismas. De las conversadoras capciosas que te preguntan cuándo vas a tener un hijo o si no has rehecho aún tu vida. Somos víctimas de las presiones sociales, de las urgencias emocionales, de las dependencias sentimentales, de la ingenuidad idelógica, de la mediocridad cultural, de las exigencias estéticas, y del machismo: del machismo del hombre y del machismo de la mujer...
El sexo nos sigue ensuciando. Entre ser estrechas y fáciles solo hay una sílaba:"si". La mujer apenas ha conquistado nada. A la mujer se le han permitido más cosas, pero casi todas con trampa. Los discursos no dicen unas cosas y la cifras otras: las de las víctimas de la violencia doméstica, la de la falta de equiparación salarial, etc...
Ahora, además de la ironía humillante de la discriminación positiva, se añaden otras como la de los incentivos a los segregadores. En este mismo carro estamos, a saber: disminuidos físicos y psíquicos, minoría étnicas y mujeres. Y quisiera que no se me ofendieran y me entendieran los integrantes de los dos primeros grupos, sobre todo si tienen en cuenta que yo pertenezco al tercero e incluso a alguno de los otros dos, y que mi idignación la extiendo a sus situaciones también.
Mientras no queramos llamar las cosas por su nombre, mientras tengamos miedo a no ser políticamente correctos, daremos vueltas sobre el mismo eje y seremos carne de legisladores populistas.
De momento, cualquier mujer que de forma individual esté conquistando la independencia, (en la igualdad hace falta el consentimiento de los otros), su propia idependencia vital, tendrá alrededor alguien, hombre o mujer, que le sospeche una puta dentro.
Cuanta razón en tu texto, en tus ideas, Mercedes, siempre he estado segura y así lo he expresado varias veces, en distintos lugares, que el primer enemigo de una mujer es la mujer. Como tu bien dices el machismo de la mujer esta elevado al cuadrado comparado con el machismo masculino. Creo que la mujer ha evolucionado mucho, ocupa puestos de relumbrón, no todas las que debieran, pero también pienso que en el fondo, muy en el fondo no ha dejado de ser "maruja" y que conste que odio esta palabreja.
Un beso y cuidate a ver si tus hijas y mis nietas tienen más suerte...
Escrito por Trini a las 6 de Marzo 2005 a las 01:29 PMUfff, cuanto me alegro de que aún hayan algunas personas capaces de discurso lógico. En fin, tú lo has dicho todo.
Sigo leyendo.
Caminante, llevo unos cuantos posts leídos y tengo que decirte que tu prosa se me deshace en la boca. La manera de expresarse y de escribir de las personas siempre ha condicionado mi opinión de ellas y quizá sea porque hoy tengo un día tonto y me siento vulnerable, pero sin conocerte ya te tengo medio idealizada.
Escrito por Maia a las 6 de Marzo 2005 a las 08:12 PMExcelente. Siempre he pensado que las discriminaciones positivas son humillantes. Incluso las de los sesenta en las universidades norteamericanas.
Por mi parte, he de decirte que hoy, ahora, en el trabajo, reporto a una mujer. La primera vez que me ocurre. Y no hay diferencia respecto a los hombres. Es mejor que unos que hubo y peor que otros.
Y yo, como muchas mujeres, he sufrido discriminación. Soy separado, y he llorado de rabia y en silencio por lo que me han hecho. Por la simpleza de ser varón.
Un saludo
Totalmente de acuerdo con tu texto. Una vez que esta totalmente clara la igualdad intelectual entre hombre y mujer, solo nos queda liberar los prejuicios y los años de machismo para conseguir mas igualdad laboral!!
Escrito por Toni a las 8 de Marzo 2005 a las 05:21 PMEstoy totalmente de acuerdo. El tupido bosque de la demagogia, en muchas ocasiones, no nos deja ver la realidad. Esta es una de ellas.
Besos.
Escrito por Scarlett a las 10 de Marzo 2005 a las 09:17 PMla caminante,en que piensa? verdad absoluta a la relativa. diferencias,poder segun el sexo.
el sexo ensucia? aqui es el problemon cuando piensa,la conversion dialectica de lo absoluto en relativo. al no tener en cuenta,cuando y como
ocurren los cambios,jamas diferenciara entre lo que es solucion del problema.
asi la constante es buscarle un problema a la solucion. es de suponer que mercedes es alguien en la politica,ya imaginen en que partido.
el misterio de la libertad,sexo con secreto.
estando en okinawa,japon,no solo ladistancia,tambien el idioma y la propia capacidad de querer hacerlo todo al mismo tiempo,sin tener en cuenta de que sexo soy.
o sera que el sexo lo determina ,no la naturaleza,sino escalas y valores humanos,sean politicas,filosofias y demas yerbas.
vaya problemon,buscarle problemas a la solucion.