4 de Marzo 2005

For ever young

No represento la edad que tengo. Lo sé. Me lo dicen. Y me alegro...
Es más, intuyo que eso tiene largo recorrido. Yo no podré con el tiempo, nadie puede, pero sí puedo aliarme con él. Eso creo.
Mi madre dice que es genético. Que su madre era igual que yo. No conocí a mi abuela materna porque murió prematuramente, antes de que mi madre se casara. No sé si llegó a los cincuenta.
Cuenta mi madre que todo el que iba llegando al velatorio, hacía notar que la esquela debía estar equivocada porque le habían puesto bastantes años de más. Lo que tuvo de más mi abuela fué guerras, postguerras, fascimos y miserias circunstanciales. No años. Los años, a mi parecer, los tuvo de menos.
La gente se enteró de su años de vida a causa de su muerte. Ni siquiera sabían que era cinco años mayor que mi abuelo. Mi madre lo cuenta con una sonrisa irónica, como si tener cinco años más que el hombre que amas y ocultarlo fuera una travesura. Y yo las entiendo. Entiendo a mi abuela con su cinismo estético y a mi madre con su risita cómplice y nostálgica. Pero sé que mi madre exagera en cuanto al paralelismo entre mi abuela materna y yo, por un dato que un día me proporcionó mi padre. "Cuando tu abuela llegó a Triana, era como tener de vecina a Barbara Stanwyck" dijo una noche de verano en la que tenía ganas de hablar. Esa comentario estival y una foto que tenía mi madre en el salón me hicieron entender después, cuando los años empezaron a pasar por mí con amabilidad, que mi madre exageraba. Que compartíamos quizás la indulgencia con la que nos trataba el tiempo, pero que lo de mi abuela era otra cosa... Lo de ella era pura belleza acompañada de una buena dosis de clase. Una "niña bien" de la sociedad de Pamplona a la que las mareas de la Guerra Civil Española llevó a la playa de una Triana de postguerra, resistente y vital, donde los gitanos no eran marginales, sinos supervivientes seculares de todo tipo de envites y que en horas flacas, eran fuertes. Así, de un descendiente de los judíos de Toledo, de una navarra de la que quizás heredé el rh negativo, y de la Triana mestiza, nací yo. Ese hilo de aparente juventud que mi madre establece entre mi abuela y yo lo agradezco pero lo cuestiono.
No le doy tanto poder a las células como al pensamiento. Ese sí que puede.
Dice un tal Shumann del que abundaré más adelante en otro post, que la frecuencia de onda de la tierra y la de la parte fundamental del cerebro de todo mamífero es la misma, (todo esto medido en hertzios). Eso me parece creíble. El concepto de "sintonía" está poco valorado e infrautilizado en nuestra cultura. Manejamos mandos a distancias,aparatos de radios, teléfonos móviles, y satélites, pero nos sorprende que nuestra mente pueda emitir y recibir ondas. Un aparatito de plástico entre nuestras manos sí puede protagonizar ese prodigio intangible pero una seríe de tejidos diseñado por miles y miles de años de evolución y selección.. ¡que va!: eso es pensamiento mágico...
Creo en la fuerza del pensamiento y de la voluntad. Lo que haya en mis celulas de mi abuela lo celebro y lo venero, pero no me olvido que yo soy yo, hija tambien de mis actos y mis pensamientos, porque todo determinismo lo considero bastante delicado, por no decir peligroso.
Y es esa, mi libertad, la de valorar el pasado, la de esperar el futuro, la de agradecer el presente, la que forja mi cuerpo y mi cara. Algo estará bien en mi mente cuando acompaña con tanto rendimiento a lo que mis celulas me favorecen. Algo me habrán transmitido todos esos supervivientes que me está cundiendo. Quizás su apuesta por la vida o por la verdad, quizás su persistencia o el desparpajo de su honestidad.
Y no tanto ADN...

Escrito por La caminante a las 4 de Marzo 2005 a las 12:38 AM | TrackBack
Comentarios

me encata lo que escribiste!
sincermente es muy hermoso

saludoz

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Escrito por aracelli a las 4 de Marzo 2005 a las 09:49 AM

Yo creo k la herencia genetica es una parte muy importante de nosotros, de exo, creo k es la mitad de nuestro ser, el resto, viene de nuestros condicionantes sociales y aprendizaje.

Escrito por Toni a las 4 de Marzo 2005 a las 02:14 PM

Yo creo que somos nosotros mismos desde el mismo momento que nos engendran. Ya ahí a la vez que nos crecen los huesos, músculos, órganos, piel... también nos brota la mala o buena leche, tomando un término sevillano, el salero o la sosería...
Cierto es que a todo eso añadimos los genes de los antepasados y más tarde copiamos gestos de nuestros progenitores.

En mi pueblo hay varias parejas con niños adoptados y llama la atención el parecido de, las niñas sobre todo, con sus madres adoptivas, esto se debe a que las peinan igual las visten similarmente osea que toman los gestos, copian lo que rozan.

Bueno, ya me he enrollado, no tengo remedio.

Besos mercedes wapa

Escrito por Trini a las 4 de Marzo 2005 a las 03:35 PM
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