19 de Diciembre 2004

Antique

No me gustan las discotecas. Nunca me han gustado. Pero a veces, por asuntos casuales me veo en alguna. La madrugada del sábado estuve en Antique. Uno de esos sitios de Sevilla de los que los tertulianos del corazón nombran en sus geografías de suciedades públicas. Estuve allí en hora punta. Un corpulento en la puerta me dió el visto bueno para que entrara. Estuve por enseñarle la dentadura para que me confirmara si era apta para la ganadería, pero mi dentista aún no ha terminado la endodoncia de uno de mi molares y tampoco hay que tentar tanto a la suerte, que afuera hacía frío. Enseguida me zambullí con mi amiga en una estridente marea humana mientras buscábamos al resto del grupo que había llegado antes. Cuerpos diluidos entre ellos, cuerpos y más cuerpos. Maquillados, pintados de azul por la luz, cubiertos de una falsa piel de ropa para gustar, ojos abrillantados por el alcohol y otras cosas, miradas de hambre, cuerpos buscándose... Intenté hablar pero no conseguía oir mi propia voz, así que me lo dije todo a mí misma, mientra nadaba entre esos cuerpos buscando a mis compañeros. Ellos estaban arriba, en la zoña vip, ( me suelo juntar con gente muy espabilada). Yo tenía un pase vip de esa discoteca que me enviaron hace años cuando se inauguró pero lo perdí la misma semana que lo recibí y nunca lo he utilizado. Macarena se desenvuelve muy bien con estos guardianes de la noche y algo le dijo al de aquella zona que nos abrió paso. Arriba ya había suficiente espacio como para tener una perspectiva del projimo más allá de la nuca o la orejas. Entre caras conocidas me tomo una copa, pero sigo sin conseguir oir lo que dice nadie. Es más, no sé si quiero oir lo que alguno intenta decirme. Pero él dispone de sus manos y sus ojos para dejarlo muy claro. Ya están hechas todas las traducciones y mientras pienso y escogo entre las miles de maneras de decir "no", el mismo "no" que tendría que haber dicho hace algunos años y que se postergó hasta esa noche, miro hacia abajo, a ese mar de cuerpos y ruido de la primera planta. Observo el ritual de los que quieren ser elegidos para lo que sea, pero elegidos. Observo una coreografía de egos puestos a prueba. Me gustaría gritar desde arriba: no os dejeis la piel en ello, no lo merece.. Pero allí no se va a oir palabras, es obvio. Por eso me vuelvo y contesto. Muevo la cabeza de lado a lado en ese gesto universal e inequívoco que significa "No".

Escrito por La caminante a las 19 de Diciembre 2004 a las 01:20 PM | TrackBack
Comentarios

Aunque te hubieran oído, quizá no te hubieran hecho caso

Escrito por Darío a las 19 de Diciembre 2004 a las 07:45 PM

Sabés que me encanta leer este post, tu sabes bien porque.

Muchos besos, muchos mas.

Escrito por mICrO a las 20 de Diciembre 2004 a las 09:42 AM

Sin comentarios, me enganché. Te seguiré el rastro, deja piedrecitas en el camino.

Escrito por queraroestodo a las 23 de Diciembre 2004 a las 05:59 AM

Sin comentarios, me enganché. Te seguiré el rastro, deja piedrecitas en el camino.

Escrito por queraroestodo a las 23 de Diciembre 2004 a las 05:59 AM
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