Acabo de escuchar una gran lección de sensatez y sabiduría de una niña de diez años. Me he conmovido y no he tenido más remedio que acudir a este ricón para desahogar mi conmoción.
Mi hija María me ha pasado su informe de su puente de la Inmaculada en el tiempo que yo estuve en Marruecos. Ella ha estado con una de mis hermanas. A ella le gusta quedarse con su tía y su primo porque además de que los quiere, en la urbanización donde viven está el niño que le gusta.
Juan Carlos, un niño encantador, de repente se ha vuelto un borde y un chulo, me cuenta. Sólo quiere chincharla y fastidiarla, La provoca constantemente con comentarios de afrenta y ella se siente muy indignada y decepcionada. Yo uso una lógica muy manoseada para explicarle que seguramente es que ella le gusta también a Juan Carlos y él hace todo eso para llamar su atención. Que no tiene importancia, los hombres son así...
Alardeando de mi bagaje de experiencia de mujer ya hecha, de madre que comprende lo que le cuentan, le contesto muy relajada: "No te preocupes, mi amor, si tiene interés en que te sientas mal, seguramente es que le gustas.."
Y ella ha contestado con algo que ha dejado en evidencia toda mi maldita educación de dependencias y pulsos perversos: "Mamá, yo no quiero sólo que me quiera, quiero que me trate bien". De repente he comprendido que mi propia hija, a la que yo creo que estoy educando, me ha señalado con su dedo índice el norte. Hay cosas que sabemos pero no nombramos. Efectivamente hoy por hoy no consentiría que ningún hombre me tratara mal, pero eso es después de dejarme las rodillas en las caídas. Ahora comprendo, a través de las enseñanzas de mi hija que estoy programada para consentir aunque gracias a Dios mi naturaleza es disidente. Siento verguenza de haber transmitido esa sentencia malévola del que bien te quiere te hará llorar. Mea culpa...
La carga cultural nos vuelve insconcientes y presuntamente inocentes, pero no es verdad... Todos participamos, involuntariamente, en cada guantazo, en cada empujón, en cada amenaza, con nuestra filosofía de salita de estar, donde el amor es un reto de excelencias entre dos seres que sólo deberían aspirar al amor. Medidas físicas, sueldos, relaciones sociales, exito profesional, ganas de amar, necesidades.. cualquier excusa es buena para que dos personas se sitúen en dos escalones distintos y uno mire al otro desde arriba. El resto es un río de canciones amargas y de titulares siniestros. Le llamamos "desamor" como si fuera algo espontáneo que brota como un chapiñón despúés de la lluvia. Y detrás, hay todo un rosario de justificaciones culturales donde un ser humano puede desmenuzar a otro con las puntas de los dedos.
Nos encandalizamos delante de los kioskos de prensa y luego nos vamos ignorantes a colocar temibles ladrillos de justificación para el horror íntimo. Perdón por lo que me toca.
que pena que no te tomes en serio lo de escribir, creo que si escribieras más, nos harías a muchos la vida maás comprensible.
Escrito por javier a las 10 de Diciembre 2004 a las 02:33 PMLa sabiduria esta en todas partes incluso en la sinceridad de un niño que aun no conoce nada, pero si conoce mucho.
Muchos besos Mercedes y a tu sabia pequeña tambien :)
Escrito por mICrO a las 10 de Diciembre 2004 a las 04:39 PMNadie ke la conozca puede dudar de la vision unica de Maria.ya kisiera yo poder ver el mundo como ella.
Con su edad, ya tiene claro, ke no solo hace falta ke te kieran.Si te hace Feliz y te trata bien marcara la diferencia entre todos los ke te kieren.Ojala lo hubiera yo sabido a su edad.
Tienes la grandisima suerte de poder aprender de una niña.Eso es un lujo hoy en dia.Te puede enseñar cosas ke los mayores no ven.
Escrito por Mac a las 3 de Enero 2005 a las 04:32 PM