Estoy contemplando con perplejidad su desconcierto. Me estoy emocionando, y mucho.
http://www.sorryeverybody.com/gallery/1/
Nuestra frustración no es comparable a la suya. A ellos les toca ser parte de esos americanos que algunos nombramos culpables de todo los males del mundo. Muchos de estos apesadumbrados mensajeros se levantan cada día sin ninguna intención hegemónica, llevando como pueden sus historias personales en un ámbito que no les permite no sólo ser un homosexual o un activista sospechoso, sino alguien que enferme repentinamente o que pierda su trabajo de un día para otro, porque entonces su país le dará la espalda en forma de enormes facturas de un hospital o la carencia de una prestación social que le permita ser un prototriunfador americano en stand by. Ahora nos piden perdon por haber estado de acuerdo con mucho de nosotros y que no les haya cundido. Son un 49% que saben de la responsabilidad de su país y la asumen, pero una aritmética absurda se les ha puesto en contra. Existen a pesar de ese siniestro álgebra que les ningunea. Suman, posiblemente, un número mayor que el de los habitantes de algunos países europeos de conciencia oficialmente tranquila. Pero ellos se diluyen en un sistema implacable que les condena a no ser contados como víctimas en ningún formato de pensamiento que no tenga intención de complicarse. Ni siquiera ellos parecen otorgarse la categoría de víctimas, sino la de culpables según se ve..
Pero a mí no me da la gana de vestirme de conceptos politicamentes correctos y siento una terrible ternura ante estos internautas desidentes y derrotados de esta página donde los perdedores piden perdon por perder, (lo nunca visto).
Soy una sentimental, y a mucha honra..
En una ocasión me adentré en Harlem, un domingo por la mañana, con la intención de escuchar godspel el alguna iglesia, una navidad que pasamos en Nueva York, el padre de mi hija y yo. El taxi amarillo nos dejó en una avenida, delante de una iglesia donde una cola de turistas de ordenaban como para contemplar un espectáculo nocturno. Cuando entramos y vimos una mesa de sonido para amplificar el oficio decidimos marcharnos. En la acera de esa avenida fuimos conscientes Rafa y yo a cuantas pantallas estaban sometidos muchos estadounidenses. Nos atrevimos a caminar por las calles que se fueron volviendo más solitarias y marginales, con edificios llenos de grafitis y pisos quemados. Un negro alto y elegante con una hermoso abrigo largo al que preguntamos delante de un puesto de flores nos recomendó su parroquia que ademá era católica y estaba a solo dos manzanas, (dos manzanas newyorkinas). Cuando llegamos nos alegramos de que no hubiera turistas, a la vez que comprobamos que tampoco había blancos norteamericanos, ni siquiera hispanos.. Nos habíamos adentrado en el Harlem profundo. La misa fue hermosa y larga. Un coro de negros y negras vestidos de de terciopelo rojo cantaban villancicos a ritmo de blues. En la homilía, todos los asistenten jaleaban al sacerdote y cuando este les indicó que se dieran la paz, la mayoría de los presentes, ancianos negros de pelo blanco y mujeres con gorro con flores de colores, se desplazaron a nuestro banco a estechar nuestras manos. Yo lloré sin pudor con lagrimas de emoción y ellos me acariciaban el hombro y me miraban a los ojos susurrando palabras que no traducía pero que entendía sin dudas. A la salida el sacerdote iba saludando a los feligreses según iban saliendo.Nos agradeció nuestra asistencia porque a su iglesia hacía mucho que no se acercaba ningún blanco. Le explicamos nuestro origen y nos dijo algo así como que en ese caso lo entendía. (los españoles tendemos a creer que nos somos apreciados y a veces nos equivocamos). Nos fuimos a la esquina a esperar un taxi y una anciana que nos vió nos explicó que donde estábamos no se acercaba ningún taxi de Manhattan y nos paró un coche marrón, un taxi ilegal que ellos utilizan para acercarse a Central Park, de donde no pueden pasar porque no tienen licencia. Aquel taxi llevaba un conductor, por supuesto negro, con un gorro de lana de colores y musica rap a todo volumen.
El taxi estaba por dentro lleno de pintadas y rasgaduras en un skay color vainilla muy sucio. Dentro de ese transporte sin permiso me alejé de una de las mañanas más brillantes de mi vida. Cuando me hablan de los norteamericacos en general como genocidas, descerebrados, enajenados, etc.. me asalta en las manos un tacto arrugado y oscuro del recuerdo de aquella mañana.
Me ha llegado lo que cuentas. Puede que no nos paremos a pensar ni analizar sino sólo a esoger esquemas de pensamientos.
Escrito por Emilia a las 14 de Noviembre 2004 a las 12:19 AMQue finas son las redes con la que atamos los pensamientos, a veces solo hace fata un par de momentos para resquebrajarlo. Ya no existen ni los topicos ni las verdades puras, existe el hoy y el momento y el habil recuerdo de un mañana.
Besos
Escrito por mICrO a las 15 de Noviembre 2004 a las 09:34 AM La desinformación genera miedo. Que suerte tuviste de no tener miedo.
Yo también me emocioné viendo esa página, todos tendríamos que pasarnos por ese lugar... ¿qué hacen a las personas para convertirlas en tiranos?
Dios bendiga tu honradez de pensameintos y tu bonita forma de contarlos. Se que siempre seras fiel a tus principio y por ello te felicito a ti y a todas aquellas personas que hemos tenido la suerte de conocerte. Un beso muy grande.
Escrito por Pedro Amalio a las 28 de Noviembre 2004 a las 01:31 AM