La personas racistas o xenófobas con las que me encuentro, me suelen poner ejemplos de por qué están en lo cierto. Basan su opinión en constataciones parciales a las que designan como representativas pero no en una convicción total que no requiere contraste. Dicen que la realidad les obliga a serlo. Es como si se diculparan por ello; como si temieran que lo que están sintiendo pudiera ser inconcebible.
Indica la ciencia que la clave de la longevidad y la belleza está en comer poco y no hacer mucho ejercicio. Lo que al cuerpo desgasta y algún día aniquila, es la obligación de producir energía a sí mismo. La simiente de nuestra muerte es la combustión que provocamos en nuestro organismo cuando practicamos la vida
Es la energía la que nos produce y nos barre.
La vida es la que nos incinera, no la muerte.
James Watson, genetista y biólogo estadounidense considerado el parte del ADN, ha lanzado una nueva teoría. Las pruebas demuestran, dice, que la inteligencia de los negros no es la misma que la de los blancos.
¿Y qué?
En el artículo, los investigadores aseguran que las conexiones sinápticas (estructuras especializadas que comunican entre sí las neuronas) en el neocórtex temporal masculino son un 30 por ciento más numerosas que en el caso de las mujeres.
¿Y qué?
Soy más alto que tú
¿Y qué?
Tengo más dinero.
¿Y qué?
Ya no te quiero
¿Y qué?
La lócura hacia atrás en la Historia, gana mucho. Los locos vivían libremente y asustaban a los demás. Era la gente normal las que se escondía de ellos.
En nuestra memoria común, los locos antiguos de la historia saltaban, reían y palmoteaban. Es "el loco",el arcano sin número del Tarot, el que avanza feliz aunque su pasado le muerda. Los locos señalaban lo imposible. Y atendiendo más allá de lo posible se incubó la religión, el arte y también la ciencia.
Ahora nuestros locos son otros, nuestros locos hacen cosas como matar o llorar mucho.
Ya apenas queda nadie interesado por los molinos de viento.
Se mide ahora la locura por tres efectos sobre los demás: miedo, fastidio o lástima. Y menos quizás el primero, todos los cuerdos hemos causado alguna vez alguna de los dos últimos.
La tontería debe ser adaptativa, porque si no, la misma adaptación no la hubiera permitido. Y es obvio que sí lo ha hecho.
Soy una adicta. No hubo necesidad de que supiera lo que ahora sé sobre psicología para que llegara a esa conclusión hace un tiempo . Desde pronto lo supe, y desde siempre tuve esa sospecha vergonzante que me ha puesto encogida la nariz., injustamente para mi y para todos los humanos adictos,
Deshechos..inútiles,,,Esos adjetivos que están tan a mano cuando se ignora quién es un adicto, por qué lo es, y para qué lo es. Cuando se ignora los mecanismos biológicos que conciernen a una gran parte de la población, que heredan ese recurso adaptativo que es la búsqueda del placer con una cierta prioridad. Esa búsqueda del placer que compitió con nuestro miedo a perecer, la misma que nos hizo selectivos en nuestras parejas sexuales y nuestros alimentos, la que mejoró nuestra información genética y nuestra variedad nutricional.
No somos seres que nos conformemos con el arbusto más cercano si el de más allá tiene sabores más sublimes lo que indica mayores promesas nutritivas
Si nos hubiera guiado sólo el miedo, tendríamos una civilización sin artista ni heróes.
Pero el placer, para algunos, tuvo la suficiente fuerza como para qué las cosas tomaran una dirección difícil de explicar y de prever pero de una eficacia contundente.
Y de esa excelencia se han beneficiado los libres de adiciones que en un estado se seguridad y bienestar construido por los temerarios, se toman la libertad de juzgarnos desde la flaccidez de su iniciativas y la comodidad de lo correcto.
Lo que a la derecha le sirvió el sexo, a la izquierda se lo proporciona la salud: un argumento falaz para decirle a otro ser humano que se es mejor que él.
En esta economía del tiempo que es la vida algunos invierten mucho, cuando los beneficios son siempre para los que menos arriesgan y peor juzgan.
Un respeto para los adictos.. que ya pagan su precio por tanto placer suyo y tuyo..
Una vez, hace un tiempo, mi médica de cabecera me diagnosticó un síndrome ansioso-depresivo. Me dió de baja, me recetó unas pastillas que nunca me tomé, (un día hice una boquilla con parte del envase), y me envió a pedir cita a un centro de salud mental. Cuando anuncié lo del centro de salud mental, mi madre y mis hermanas podrían haber dicho: "¿Tu ves como lo tuyo no era normal?", porque motivos, alguna vez, les dí. Pero son buenas personas y en vez de eso se ofrecieron a acompañarme .
Una mañana de agosto, mi hermana Meme y yo nos presentamo en la sala de espera de aquel centro. Sólo estaban dos personas. Un hombre que daba vueltas por la sala y otro que se movía de un lado hacia otro en su asiento. Mi hermana y yo nos sentamos y empezamos a hablar en clave aguantando la risa. Si alguien hubiera entrado en ese momento en esa sala hubiera encontrado una persona itinerante, otra oscilante, y dos de conversación descordinada y risa descontrolada. Pero por suerte para las reputaciones de mi hermana y mía, no apareció nadie.
El diagnóstico que me dieron en aquella consulta fue el de absoluta normalidad. "No te pasa nada" me dijo la psicóloga. "Es todo circunstancial, es como si a un coche se le calienta el motor, se para y no vuelve a andar hasta que se enfríe. Así que sigue de baja hasta que te encuentres mejor".
Yo respondí: "Ah", me fui y hasta ahora...
Cuando le conté a mi madre lo de los pacientes de la sala de espera, noté que yo estaba dando por supuesto que ellos sí tenían problemas reales. Ellos podrían haber pensado lo mismo de mí. ¿Qué habrían supuesto? ¿Que soy una cleptómana, una adicta al sexo...? En algunos suposiciones se hubieran acercado a mi realidad más que en otras, para qué negarlo.
Ciertamente cargamos con una realidad imaginada por otros, con una identidad virtual. Continuamente damos por verdad cosas que sólo suponemos.
Un profesor de matemáticas me dió una vez un consejo que no sólo me fué útil para aprobar la asignatura, sino que me sirvió en adelante para vivir: "La mayoría de las veces no sabes solucionar un problema porque das por hecho que la solución es más complicada de lo que en realidad es. Simplifica".
Los niños se entienden muy bien con las máquinas. Se les da cualquier artilugio electrónico y enseguida saben todas su funciones y maneras de programarlo. ¿Que hace un niño con cualquier aparato?
1- Nunca se leen las instrucciones.
2- Nunca dicen " no sé como funciona". Sencillamente lo toquetean.
Luego, cuando construyen conceptos sobre sí mismos y se crean expectativas, empiezan a perder habilidades.
Las cosas, por ejemplo, no se pierden, porque no andan. Somos nosotros los que no las encontramos. Y eso ocurre porque damos por supuesto que están donde no están y que no están donde están. Por eso se suelen encontrar cuando no las buscamos. Pasa con las llaves, con las gafas de sol, con el amor y con las buena ideas, (¡eureka!).
Pero no son objetos los único que se pierde con suposiciones falsas, también se pierde el tiempo, las oportunidades, las ganas, la cuenta de los días, la confianza, el norte, la perspectiva, la razón, los trenes, la dignidad..
Casi todo menos la costumbre, por supuesto.
I've seen things
you people wouldn't believe.
Attack ships on fire
off the shoulder of Orion.
I watched C-beams
glitter in the darkness
at Tannhäuser Gate.
He visto cosas que podría ver cualquiera. Cosas pequeñas y cosas grandes, únicas o comunes, exuberantes o discretas...pero singulares a mis ojos.
He visto el abismo de agua de una playa de noche, de niña, cuando mi padre me enseñaba como es un bohemio auténtico. He visto un magnífico río rojo en la Huelva minera. La sombra caprichosa de las cortinas en el fondo de mi cuarto. He contemplado la anarquía de los pliegues de un vestido tirado en una silla. He observado a los caracoles subir pacientemente por las paredes de un temible fregadero. La silueta de una salamanquesa aferrada a una pared blanca en verano. Me he asomado muchas veces a las luces de colores que refleja el río que pasa por mi ciudad, cuando volvía por el puente que me llevaba a mi barrio. He presenciado en ocasiones, el sol dejandose vencer sobre Doñana desde Sanlúcar de Barrameda. Las luces nocturnas, como luciérnagas, de un aeropuerto al aterrizar. El color electrizante de un paritorio y luego un pequeño rostro pringoso y apretado, bello para mi como nada.. He asistido a los aguaceros de abril, las gotas contra las piedras y el espejo sucio de los charcos. He visto a los gitanos estirar sus brazos hacia el cielo y zapatear la tierra que nunca desean poseer. Ví amanercer en muchas ciudades pero en ninguna como Madrid, aquella vez. Me han envuelto los espaparates en Navidad, agarrada a una mano pequeñita, enfundada en lana.
Un sinuoso gato gris sobre una azotea blanca. Los colores del arcoiris en una pompa de jabón. la silueta de un cuerpo desnudo en la noche. La primera sonrisa de un ser humano. La última mirada de otro. La estrella fugaces y los neones intermitentes. Las imprevisibles manchas de humedad de una casa antigua. Las aleatorias formas de las nubes blancas y la potente sombra de una nube gris. La seducción de un pastel tras de un cristal. La blancura de la primera página del cuaderno que se estrena. La luz tamizada en una estación de tren. Suaves gusanos de seda en toscas cajas de zapato. Flores perladas de lluvia. El calor reverberando en una carretera del Sur. La penumbra de una glesia vacía. Las esquinas rizadas de las fotos viejas...
Compartimos con los mamíferos la ansiedad por separación. La estrenamos a la salida de unos brazos cuando aún no conocemos nuestro nombre. Cuando aún no hemos aprendido a andar ya sabemos aferrarnos.
Con nuestra especies amigas creemos que compartimos las capacidades y en realidad nos unen las debilidades. Los perros, los caballos, los gatos,los delfines.. nos hacen gestos amistosos y nuestra ternura condescendiente construye el resto del vínculo. Nosotros aplicamos categorías y ellos ni se preocupan. A ellos les basta la caricia y algun brindis de seguridad. Nosotros editamos enciclopedias que también nos traquilizan.
Los cetáceos enferman de soledad y encayan en playas donde les esperan alguna vez las atónitas miradas de los humanos. Los gatos casi siempre vuelven de los tejados, aunque sea, también, para morir...
El resto es circular y buscarse. La biología escribe sus propios poemas.