Conviene señalar que aunque es del todo infrecuente conocer la varianza de la variable en estudio en la población, se presenta este caso por ser mas intuitivo ya que el estadístico de contraste Z tiene una distribución muestral normal Z: N(0,1)
Una pezuña negra se posa entre el estadístico Z y la varianza poblacional.
Levanto mis ojos sobre mis gafas de cerca y encuentro una mirada amarilla, constante.
Entonces, un hocico negro registra mi pelo y después, el cartílago de una oreja se frota sobre mi hombro. Mi gata ha venido a verme mientras estudio. La empujo con mi mano y ella retranquea desde la hipótesis nula. Luego, se desplaza sobre el cristal de la mesa, esquivando el flexo y la taza de café vacía. Se conforma con empujar con la patita un bolígrafo hacia el borde de la mesa. El horno de la cocina, donde aso verduras, emite un ronroneo que de pronto se interrumpe con el timbrado que anuncia el fin de su cometido. La gata se tensa, y la contemplo como Baudelaire contemplaba a los gatos: actitudes augustas de esfinges reclinadas contra la soledad.
Ella retoma con su pata los livianos empujes al bolígrafo hasta que por fin cae. Luego gira su cabeza para mirarme antes de saltar en una armoniosa parábola de animal negro hacia el suelo. Aterriza con elegancia sobre la frialdad del piso, con esa levedad exclusiva de los gatos. Se dirige hacia la penumbra del pasillo, y sobre mis gafas, su cadencia se une a la oscuridad.
El día que creó a los gatos, Dios se levantó caprichoso.