-¿Dónde van los jefes cuando dejan de ser jefes? ¿Por qué nunca vuelven a los puestos que tenían antes de promocionar? ¿Qué ocurre con ellos? ¿Los contratan en alguna empresa filial?-
-No, yo sé donde están. Siguen aquí- Le dijo su compañera mientras tomaba una Coca-cola light sin hielo, porque le dolía la garganta a causa de la ola de calor, (a más calor, más potencia en la refrigeración de los departamentos de la Corporación).
-¿Aquí? ¿Aquí dónde? No he vuelto a verlos.-
-Si, seguro que los has visto alguna vez en la recepción o en los ascensores-
-Yo no tomo nunca los ascensores, soy claustrofóbica, tengo fobia a los espacios cerrados y los conversadores insulsos. Me pongo fatal. Pero tampoco los he visto nunca en la cafetería-
-Ellos no van nunca a la cafetería- y un pequeño quiebro doloroso moduló la voz enrojecida de su compañera.
-Tómate un té caliente. Esa garganta te tiene que doler mucho. ¿quieres mi jersey de lana?- Y hace el intento de sacar de su bolso "bandolera" uno de los jerseys que a partir de mayo tiene que usar en esa empresa ubicada en una ciudad meridional, en un edificio "inteligente" que a medida que aumenta la temperatura en el exterior, va bajando la del interior. Por eso, aquella mañana en la que los informativos anunciaba una exuberante subida de temperaturas en toda la península, llegó un poco más tarde de lo habitual por buscar entre la ropa de invierno algo para ir a trabajar.
-No gracias, llevo una camiseta térmica. Déjame si acaso el foulard, a ver si cesa este picor en mi garganta. Como te iba diciendo, ellos nunca vienen aquí a la cafetería. La Corporación los aparta de sus antiguos puestos de trabajo para protegerles. No tiene sentido que venga aquí a exponerse-
-Claro..- Y su cabeza reflexionaba sobre la simetría impracticable de la combinación compañero-subordinado-compañero.
-Pero ¿Dónde están si siguen aquí? ¿Por qué nunca les veo?-
-No los ves porque no les reconoce. Cuando dejan de ser jefes cambian de aspecto, sobre todo cambian la manera de mirar y de moverse. Cambian tanto como cambiaron cuando empezaron a serlo. Ahora viven trasformados por un doble cambio.-
-¿Donde están? Si siguen aquí, yo quiero verlos.-
-Están en la sexta planta-
-Mira, tomate un antitérmico para la fiebre esa que tienes. La Corporación sólo tiene cinco plantas-
-Noooooo, grrr, grrr- carraspeó su compañera con un escozor que se podía sentir en el ambiente. -Hay una planta más, en la quinta hay una escalera...-
Y ahí, su compañera se quedó sin voz. Ella le acercó lo que quedaba de la Coca-cola natural (si cabe ese adjetivo) y se levantó recogiendo el resto del desayuno en una bandeja, mientras se juraba que ese mismo día subiría a la sexta planta.
Nunca montaba en ascensores. Era claustrofóbica. Pero trabajaba en la tercera planta. Subir a la quinta, incluso a la misteriosa sexta, no le suponía más esfuerzo que el realizado cada día, para llegar a su mesa. Cogío unos folios del contenedor para reciclar. Si alguien la veía con folios escritos en la mano por una pasillo pensaría con mucha probabilidad que estaba muy ocupada porque tenía que entregar, o copiar, a hacer firmar algo. Así se aseguró que no la detuvieran con otros encargos o con las ganas de conversación de otros empleados. Eligió la escalera auxiliar,más estrecha y menos transitada. Y subió.
Agarraba los folios con intensidad y ellos esbozaban un absurdo bucle entre su mano izquierda. Era zurda.
Llegó a la quinta. En el mismo momento que entró allí sabía que no podía detenerse a mirar a su alrededor buscando una escalera. Que tenía que avanzar como si supiera hacia dónde iba y pidió ayuda a su intuición mientras caminaba entre las mesas. Obligó a sus ojos a funcionar al revés, donde aparentemente enfocaba su mirada, sólo distinguía los bultos con los que no debía tropezar y con el reojo observaba minuciosamente todo aquello que se pudiera insinuar como una escalera. Y allí estaba.
Subió por ella. Por fín los vió. Estaban en sus mesas. Con sus rasgos consumidos algunos, otros abotargados. Parecían moverse con lentitud, con una lentitud dramática. Ella dejó de disimular que pasaba por allí por casualidad o por algún motivo. Se detuvo y los observó como se observan los cuadro en los museo, no con intención rencorosa, sino llevada por una fascinación inevitable. Buscaba entres sus rasgos las miradas altivas, los gestos solventes, la indiferencia heladora. Pero en esas caras solo había una aluvión de huellas y de miradas esquivas. Algunos, como aquel que siempre le procuró los peores turnos, comenzaron a teclear de manera vigorosas su teclados, con una dignidad ridícula. Otros , como aquel joven cargo intermedio que se quería comer el mundo, le mantuvieron la mirada, sobre unas ojeras moradas.
Ella perdió el pudor. Se acercaba a ellos, miraba lo que estaban escribiendo en los ordenadores, aspiraba hondo cerca de sus cuellos por comprobar si alguno se estuviera descomponiendo. Luego se acercó a la escalera, se volvió hacia atras, los volvió a mirar. Dijo: "Bueno días" y descendió de aquel cementerio.
Nada más llegar a su planta se encontó en la salida de ascensores con uno de sus jefes.
Se detuvo ante él y no recordó que ya estaba en la tercera. Le miró a la cara minuciosamente, como buscando cercos morados. El jefe se paró repentinamente y le dijo- ¿Te pasa algo?-
Ella sacudió ligeramente su cabeza y pestañeó apretando los parpados, como si despertara.
-Me siento mal. Aquí hace frío_
Fué lo único que se le ocurrió contestar.
Chica, pues yo una vez subí a la sexta planta y aquello era una juerga constante. Donde había ojeras (y de las negras) era en el sótano.
Muy bonito este relato. Me ha encantado. Besos, Cal.
Escrito por Calamity a las 14 de Julio 2005 a las 10:12 AMYo trabajo en una empresa pequeña y aki solo hay una planta, pero el jefe...no deja de ser el jefe, por muy de colega que vaya.
Saludos Caminante y tb a Calamity
Escrito por Toni a las 14 de Julio 2005 a las 10:18 AM¿Italia?
Escrito por enhiro a las 14 de Julio 2005 a las 12:33 PMHola :)
Antes curraba en el pabellón de Italia, que tiene una sexta planta "secreta" donde estan los jefes, a la que se accede tal y como has descrito en tu blog.
Escrito por enhiro a las 14 de Julio 2005 a las 01:56 PMCreerse superior a los demas al final no leva más que la fracaso de la vida y no encontrar nucna la felicidad, pues no hacemos más que compararnos con los demas.
Un abrazo.
...fantástico, una empresa inteligente en un edificio igual de inteligente...es lo que tiene la inteligencia, como el vacio acaba siendo desplazada enseguida, será hasta la sexta planta :) Ahhh, no, ahí son los jefes, y entonces??? :) AbrigatE :)
Escrito por mOe:) a las 14 de Julio 2005 a las 10:10 PMSeguro que en breve también "la que tiene cara de perra pekinesa", estará juntos a los otros ex-cargos en el cementerio de jefes de la sexta planta.
A más de uno mandaría allí una temporadita ;)
Un beso :)
Suele suceder a mucha gente(la mayoría) que le dan un cargo y se creen qu elos han elevado a Las Alturas Celestiales( a la derecha de Dios)...
En fin Caminate que s ele va a hacer , en este mundo tiene que haber de tó...
Un beso
Debido a la caída de blogalia, la convocatoria de la KDD se está haciendo en la otra bitácora de Zifra: Cambalache v4
Sus esperamos para apuntarsus
Escrito por Zifra a las 19 de Julio 2005 a las 01:14 PM