Le llamaban así: el Macho. Yo le decía Nacho, porque es lo que había creído oír, pero él me dijo una vez con cierta tirantez. No, Nacho, no. Me llamo Macho.
-¿Y ese qué nombre es?- Le pregunté yo.
Bueno, en realidad me llamo Angel, pero mi padre me dice el macho.-
-Es que son dos hermanos y la otra es una niña- Me explicó su prima, una de las mellizas.
No quise preguntar cómo llamaban a su hermana.
El Macho tendría unos once años, creo recordar.
Aquel verano, daba clases particulares a los niños de una familia bastante numerosa que vivía en la misma urbanización en las que mis padres pasaban los veranos. De esto hace muchos años.
Mi hermano también daba clases particulares a más niños de la urbanización, pero los niños de esta familia sólo querían dar clases conmigo, a pesar de que era una pésima profesora particular; quizás por eso...
Por las mañanas venían a casa los cuatro: las mellizas, el Migue y el Macho. El Macho no era su hermano, era su primo. Estaba pasando el verano con ellos y además repetiría curso seguro. Su tía le enviaba a las clases particulares para tenerle entretenido. Era malo como un dolor. No me pedían que aprendiera nada. Sólo que consiguiera que se estuviera quieto y callado durante tres horas. Me pagaban por eso y aunque pudiera parecer una bicoca, no lo era.
Casi siempre me pillaban desayunando y los mandaba a la sala de estar que mi madre nos había prestado a mi hermano y a mí para que nos buscáramos la vida económica con las clases particulares aquel verano.
Cuando llegaba a la sala, el Macho, siempre estaba haciendo alguna fechoría con los libros de sus primas o con sus primas mismas. El Migue observaba escéptico sin intervenir.
Uno de los primeros días, el Macho me enseña uno de sus libros pintarrajeado y me índica con el dedo uno de los dibujos. En estilo figurativo, aparecía un miembro viril en alegre estado de erección pintado con un vic de los que se les sale la tinta.
-¿Esto qué es, maestra?- Me preguntó con gran regocijo.
Intento dominar cada músculo de mi cara, no para ocultar la irritación que él espera provocar, sino para contener un incipiente ataque de risa. Respiro hondo, carraspeo y cuando estoy más o menos segura de que soy la dueña de mi cara. Contesto.
-¿Eso?. Eso es una polla como una olla.-
Se empezó a reír con gran escándalo, mientras yo le ponía cuentas para hacer, (lo único que le seducía algo de todas las materias de su curso). Nunca más me enseñó un dibujo de ese corte, ni tampoco pintó los libros en clases.
A las pocas clases, ya había notado que al Macho le gustaban dos cosas: captar la atención de los demás y las matemáticas. La única manera que él conocía de captar la atención era exasperando. Por eso me mostraba lo más indiferente posible cuando usaba tal método. De las matemáticas le gustaba calcular, y era bastante bueno.
-Cuando sea mayor tendré un negocio como mi padre-
-¿Qué negocio tiene tu padre?-
-Tiene un bar de mujeres-
Fui conociendo más detalles de la vida del Macho. Sus padres se habían separado. El vivía con su padre y su abuela y se pasaba la mayor parte del tiempo en la calle, con niños mayores que él. El padre era el dueño de una sala de alterne y de día dormía.
-Mi padre me va a comprar un caballo-
-Muy bien-
-Mi padre me va a comprar una moto-
-Muy bien-
-Mi padre...-
-¿Tu sabes hacer estas ecuaciones?
-¿Tienes novio maestra?
-¿Quiere que te las explique?
-¿Te acuestas con tu novio, maestra?
-¿Ves esta X? Es un número que está pensando El Macho es un pringao
-¿Y por qué voy a ser un pringao? Mi padre me va a comprar un caballo.-
-Piensa que eres un pringao porque es un número escondido que sabe que nunca vas a saber cuál es.-
-¿Y a mí que me importa que número es?-
-Si, eso es lo que dicen todo los pringaos: y a mi qué-
Intento decir la última expresión con toda la ridiculez posible. El Macho se pica.-
-¿Y cómo se sabe?-
-Esto es cómo las peleas en las que te metes en tu barrio. A un lado del = pones el número oculto, y al otro lado, que es el otro bando pones al resto de sus colegas que sí sabes que números son. Para asegurarte de que han pasado de bando, les cambias el signo que tienen delante. Luego te queda el número oculto aislado y en el otro bando, una cuenta de las que tú haces normalmente y el resultado es el número.
El Macho hizo lo que le dije y la expresión ante el resultado fue similar a como si le hubiera explicado un truco de magia.
Otras veces tocaba un pequeño teclado que venía incorporado en su estuche de lápices que le había comprado su padre. Lo hacía más que nada para molestar a los otros. Un día me acerqué y le arranqué el estuche de las manos. Cuando el empezó a forcejear, dando tirones del estuche, yo tecleaba las notas de I just call to say I love you que por una casualidad me había enseñado un amigo meses antes.
- ¡Sabes tocarlo!-
-Pues no- Decía yo mientras tocaba alguna nota falsa porque no me acordaba muy bien.
-¿Cómo sabes dónde hay que darle?-
-Ummm
memoria
déjame en paz-
-Es mío, me lo ha comprado mi padre. ¿Cómo se puede saber dónde hay que darle?- Y seguía tirando del estuche.
-Lo sonidos están escondido en las teclas, como los números de las X. Tú los tienes que descubrir- Y solté el estuche de repente para putearlo. El se fue hacia atrás por el impulso.
-¿Pero hay alguna técnica como en la X?
-Sí. ¿Tu has visto los papeles que se ponen los músicos de la orquesta delante? Allí están las X.
-Entonces.. ¿Hay que escribir la música antes?.
- No. Los músicos la oyen primero en sus cabezas. Unos las escriben en un papel y otros las buscan en los instrumentos.-
El Macho se entretuvo algunas tardes en buscar notas en el teclado y algunas mañanas en buscar números en las X y dedicó menos tiempo a llamar la atención. Aunque a veces lo hacía. Había descubierto el valor de las preguntas.
-¿Eres virgen, maestra?-
-¿Y tu padre, dónde está?-
-Trabajando. ¿Tú le metes la lengua a tu novio?-
-¿Y tu madre y tu hermana, las ves?-
-Mi madre se fue y se llevó a mi hermana. No sé donde están-
Le iba a preguntar por qué ella sí y él no. Él no era el más indicado para contestar. El era el auténtico amo de esa pregunta. Experimenté empatía no sólo por lo que pudiera sentir, sino por lo que aún no sentía y lo haría en adelante. De nuevo, empecé a perder el control de mi cara, y de mis ojos también.
-Ahora vengo, Macho-
Y me fui a algún lugar a respirar hondo.
Un día, el Macho, no vino a clase. Había venido su padre a por él. No supe nunca si le regaló el caballo.
Ahora será un hombre. Tampoco sé qué tipo de hombre.
Seguro que un hombre quizá como su padre le dijo debiera de ser, pero alguien con la inteligencia de ser capaz de buscar las X escondidas en la Vida.
Escrito por khardaia a las 23 de Junio 2005 a las 04:46 PMel trabajo de su padre estaba clasificado como XXX... el hijo seguro que siguio los pasos del progenitor entonces
besos
Escrito por hector a las 23 de Junio 2005 a las 06:08 PMCualquiera sabe con las ecuaciones que tiene la vida...
Pero con ese apodo...
Un beso Mercedes estupendo relato.
Escrito por Trini a las 23 de Junio 2005 a las 08:00 PMEso es lo que se llama (se llamaba) pedagogía. Así de simple...así de intrincado.
Puede que Macho, cada verano, te recuerde. Y ahora habrá descubierto que las matemáticas están en la música y viceversa.
Tal vez sea un matemático músico a al revés. Pero te recuerda, seguro. Es el precio que se paga a esa edad cuando se encuentra a alguien razonablemente pedagógico.
Escrito por david a las 23 de Junio 2005 a las 08:14 PMme encantó.
solo eso.
un abrazo.
Del tipo de hombre un poco mejor por haber conocido a una mujer que le enseñaba poesía en las ecuaciones y aventuras incógnitas en un teclado de plástico...
Escrito por mOe:) a las 23 de Junio 2005 a las 10:29 PM¿Y de dónde sacabas esas ingeniosas respuestas? Jamás se me ocurririan...
Escribes genial. Un saludo.
Escrito por evoluciones a las 23 de Junio 2005 a las 11:15 PMEstupendo relato, sobre el desamparo e inocencia de algunos niños.
Saludos
fdo ramonorum
Escrito por ramonorum a las 24 de Junio 2005 a las 01:32 AMEL macho....niños,caminante, niños. Tenía su gracia, el niño que describes: y sus maneras de fastidiar, mas no podía con la profesora y se encaminó hacia revelarse a sí mismo el mundo de las operaciones matemáticas a la par que su curiosidad crecía... Es como uncorto sobre niños interrogadores e inocentes-maliciosos, mas inocentes al fin... Profesora dulce, salux!
Ficción o eras tú la profesora?
Escrito por Vir a las 24 de Junio 2005 a las 04:04 PM¿Y dices que eras mala profesora? Pues querida Caminante ya me hubiera gustado a mi tener profesores la mitad de buenos (bueno tuve uno muy bueno del que algún día me acordaré escribiéndole unas palabrillas). Un beso (me ha encantado). Cal.
Escrito por Calamity a las 24 de Junio 2005 a las 09:47 PM¿Mala profesora?. Ya me gustaria.
Bonito relato. Un beso. Buen Camino.
Escrito por jartos a las 26 de Junio 2005 a las 02:06 AMInteresante post..
Un beso :)
pero lo que sí sabes es que pudiste llegar a él, por lo menos algo a través de las matemáticas, y no es poco. Saluditos
Escrito por white a las 27 de Junio 2005 a las 08:40 PM