15 de Mayo 2004

Los pasos

Ya queda muy poco, algo más de dos semanas, para que comience mi camino a Santiago. Me sorprende que dentro de esta maraña que es mi vida en esta etapa: hija, trabajo, estudios, etc... sea justo ahora cuando se haga realidad algo que se encendió en mi mente cruzando un semáforo hace tres años: "¿y si hago el camino de Santiago?". Me acuerdo de aquel momento. No recuerdo la hora, pero recuerdo la calle. Era la calle de mi madre. No recuerdo el día, pero recuerdo el mes, era abril. Y sobre todo recuerdo la desorientación de mi ánimo. ¿Que si he mejorado?. He hecho cosas, muchas cosas, de esas que la gente llaman mejoras. Si, creo que sí, que he mejorado, pero no porque la suerte me cogiera de la mano para hacerme regalos de los que solapan las cosas que no te gustan, sino porque no quise detenerme a lamentarme, aunque porque no me detuviera, dejara de existir el lamento. He hecho cosas y he aprendido. No estoy contenta, pero soy alegre. No puedo ser de otra forma, me pasa como al escorpión..
En aquel semáforo dí un primer paso. Cada paso es el primero de un camino, porque los caminos existen y se recorren independientemente de qué uno haya elegido esa trayectoria; eso es lo malo, y lo bueno...
Ahora pienso de forma concreta en lo que empezó algún día como una abstracción. Cuento días, kilómetros y kilos para algo que alguna vez fue sólo una intención o una apetencia, pero entre los mapas y los volúmenes se me enredan las ideas, que al fin y al cabo son las que mandan, la que mueven y las que frenan.
Me enfrento primero a una excitante paradoja: la paradoja de la mochila.
El peregrino debe cargar en sus espaldas sólo aquello que le sirva. Pero como no manejamos bien el lenguaje, metemos lo que necesitamos.
¿Qué necesitamos? Aquello de lo que creemos que dependemos para estar bien. Pero eso pesa y será el peso lo que nos haga más vulnerables en el camino y nos haga sentir peor. Por lo cual, lo que creemos que nos previene, en realidad nos expone.
Ese es uno de los pasos de este camino, diferenciar lo que me sirve a mí y lo de que yo dependo.
Me pregunto también cuando comienzo el camino. Si empezó en aquel semáforo donde se tradujo en ocurrencia o en el momento el en que me desorienté y tomó naturaleza de idoneidad.
Eso me lleva al binomio "quiero-puedo". El camino, físicamente, comenzará el próximo día 28, en teoría, el día que puedo.
¿Pero es así, realmente?.
Creemos que para poder hacer las cosas se tienen que dar las circunstancias. Esto es absurdo: "Para poder hay que poder". Un pensamiento inútil y esclavizante.
"Me compré una casa cuando pude hipotecarme". Cuando el que se hipoteca lo hace porque no puede comprarse una casa. ...
"Tendré un hijo cuando pueda", dice un adulto que lleva muchos años de permiso biológico, el único imprescindible, para tener hijos.
Decimos que no podemos cuando no queremos, de la misma manera que decimos que no queremos cuando no podemos.
Esto me lleva a pensar, que si empiezo a caminar no es porque pueda, sino porque quiera.
De estas ecuaciones deduzco de que estoy a punto de hacer algo que realmente quiero.
De lo que se deduce que o bien hago lo que realmente quiero, o que realmente hago lo que quiero. Cuya conclusión es la siguiente: soy libre, quiera o no, soy libre.

Escrito por La caminante a las 15 de Mayo 2004 a las 01:42 AM
Comentarios

Me encantó.... ya leeré que cuentas cuando vuelvas. Es curioso, muchos hemos pensado lo mismo que tú -eso de tomar el atillo con lo justo y magullarse los pies por rutas empedradas-más de una vez y esperamos el momento propicio para hacerlo. Solo nos falta eso, querer.

Un beso pa la caminante.

Escrito por Amicus a las 20 de Mayo 2004 a las 01:13 AM
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