Hace tiempo que volví del Camino de Santiago, unas tres semanas. Pensé en el blog alguna vez mientras anduve; pensé en este refugio que dejé con la puerta entornada. Pero a la vuelta no me animaba a vover a él. Cosas de la cabeza.
Me ha hecho regresar un angel. Así vi yo a Sienna un par de veces o tres en el Camino, como un angel de piel oscura y sonrisa blanca que alguna vez aparecía bajando por un sendero, o se dibujaba en medio de la rabia del calor del asfalto de la carretera, o aparecía detras de la esquina de una casa de piedra abandonada, justo cuando David y yo , sobre un escalón, nos dejábamos desesperar solo un rato. No sé cual de los dos dijimos por primera vez: es un angel. En realidad tampoco sabemos a cuál de las dos se lo dijimos primero porque teníamos otro angel, Nines.
Recuerdo a Nines aparecer entre las viñas del Bierzo cuando nosotros estábamos como perros reventados en una cuneta a media tarde con la cabeza empapada en agua de una fuente no potable y los pies ardiendo. Inexplicablemente, una figurita andando y saludando con la mano a lo lejos transformaba el paisaje y los bocados del fuego de junio. Al rato, los tres reíamos en el patio de un lugareño mientras derramábamos mas agua sobre nuestras cabezas. Siempre aparecían así, en los peores momentos y siempre nos surtían el mismo efecto. Todo se mejoraba.
Estas dos mujeres caminaban solas y no eran iguales. Nines erá rápida aunque nunca tenía prisa. Administraba su ritmo entre su rapidez para caminar y su capacidad de detenerse. Sienna caminaba constante, apenas se paraba, pero su andar carecía de urgencias, cada paso era una leve parada.
Estos ritmos tan distintos confluían a veces con nuestra desorden y esas intersecciones suponían paréntesis maravillosos. Compartimos orujos, sombra de árboles, churrascos de ternera, risas, confidencias, albergues, queso con miel, camino...
Son angeles, estoy convencida. Ellas no lo saben, pero por eso no dejarán de serlo.
Volví a la normalidad, a este otro recorrido. No tenía más remedio que volver: y me encontré este otro tipo de desfallecimiento y otra clase de cunetas. Nadie se los ha llevado mientras no estuve, se han conservado. Y en eso estaba el otro día cuando abrí en correo, en esa pájara de lo diario, cuando desde una mensaje electrónico se agitaba una mano de ángel avisando su visita. Sienna viene a verme a Sevilla. Una vez más, aparece...
Hablar de encuentros con ángeles, de milagros en el Camino y cosas así es perfectamente comprensible para cualquiera de los que lo hemos andado profundamente. Me ha encantado el relato, y espero que sigas contando tus experiencias. Ellas nos confirman que no estamos locos, pues muchos coincidimos en el sentido completamente mágico que puede tener la peregrinación.
Adelante y arriba, peregrina Mercedes.
José María Maldonado
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Escrito por gladys a las 30 de Septiembre 2005 a las 08:34 PMpinché tu blog, porque en muchas visualizaciones que han tenido mis alumnos ven angeles y los conocen por sus nombres, Una alumna de origen mapuche conversa con los arcángeles y sabe su misión. deseo compartir. si tienes añguna experiencia escribe a ecace@latinmail.com
Escrito por Anonymous a las 17 de Octubre 2007 a las 01:09 AM